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EL ARTE DE MENTIR EN POLITICA ES UNA ARMA DE DOBLE FILO

Por Santiago Rafael Caba Abreu Para Nicolás Maquiavelo "la política es el arte de mentir para engañar desde el poder". As...

Por Santiago Rafael Caba Abreu

Para Nicolás Maquiavelo "la política es el arte de mentir para engañar desde el poder". Así pues, resulta obvio que la mayoría de los estudiosos de la ciencia política, han tenido como norte alcanzar el poder sólo por el poder, sin un objetivo colectivo, sin propósitos sinceros, y en esa tarea acuden a las orientaciones Maquiavélicas para que les provea de herramientas discursivas maliciosas, en aras de persuadir a la mayoría, a inclinar sus aspiraciones de bienestar a favor de aquel que utiliza esos artificios fraudulentos, pues le resulta muy difícil descubrir las intangibles intenciones de sus líderes políticos.

Se recurre al cansancio que la sociedad manifiesta, cuando concurre a un proceso electoral, de un gobierno que ha quedado al desnudo frente a promesas incumplidas o viejos males que se agudizan con el ejercicio de un poder inspirado en el mesianismo, la sociedad estaba harta de los vicios, engaños y mentiras de los políticos gobernantes en turno, a los que echó fuera, para dar la oportunidad de llevar las riendas a un aparente ciudadano que ofreció continuar lo bueno, cambiar lo malo y hacer lo que nadie hizo durante su campaña. Ofreció ideales de honestidad, justicia y honorabilidad que deben de regir en la conducción del gobierno, pero fue sólo una maniobra engañifa aprendida de la tesis maquiavélica que he referido.

Lo cierto es que, las mismas armas claridosa de aparente rudeza que utilizó, en sus palabras para desprestigiar a sus competidores, es justamente la que ahora, al callar, habla en su contra luego del ejercicio de poder que su administración ha ofrecido hasta ahora, llevando las riendas de este cada vez más desbocado, creando desconciertos, endeudando el país en forma indecorosa, comprometiendo el futuro de nuestro pueblo, pero a pesar de ello asume una conducta de simulación, cual jinete apocalíptico de mal presagio.
El que antes, en campaña, para cualquier mal del gobierno tenía una feroz declaración con “soluciones” mediáticas, hoy para cada mal ni las narices asoma.