Por Daygorod Fabián Sánchez El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez La explosión visceral de emociones o juicio...
Por Daygorod Fabián Sánchez
El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez
La
explosión visceral de emociones o juicios, en materia política, resulta abyecta
para en la posterioridad generar escenarios de entendimientos, acuerdos y
pactos que tengan por propósito concertar los puntos en común de una parcela u
organización partidaria. Pensar que lo anterior es lo vivido en la actualidad,
es el peor error de un político. Las manifestaciones de encono emocional,
surgidas cuando se es cabeza hacen que se pierda el norte en la brújula política.
Durante
tiempo considerable he sostenido la tesis de que tanto el Presidente Medina
como el expresidente Fernández están obligados, si desean mantener a su partido
en el poder, a crear los niveles de entendimiento necesarios que les garantice
a ambos tranquilidad post-2020, principalmente en el ámbito judicial.
Ambos
(Danilo y Leonel) son estudiosos del panorama. Se percatan de los símiles latinoamericanos
con sus pares y ex-pares donde el/la que no está preso/a está siendo perseguido/a
por los órganos judiciales. Además el auge de la información manejada
digitalmente, dificulta el ocultamiento y manipulación de la realidad, por lo
que la indignación surgida por la conducción turbia de los recursos crea una
avalancha de críticas difíciles de detener en torno a la figura Presidencial.
El
presidente (en este país presidencialista) es lo más cercano a un dios (minúscula),
a su vez es el ser humano más vulnerable y susceptible a todo tipo de ataques,
pues por la misma pasta humana tiende a dejar escapar miles de acciones dolosas
efectuadas por sus hombres de confianza, que usan ámbitos empresariales – estatales
como mecanismo para transferir fondos públicos a sus bolsillos privados.
Escuchando la lisonja
La
lisonja es el arma más conveniente para hacer que el ego (con el cual se nos
forja poco a poco) se engrandezca y nos haga perder de vista la realidad. Lo ad-hoc
del político dominicano es el grupúsculo, que no sigue a nadie solo el poder y
sus beneficios, concentrado en hacer creer al mandatario (sea cual sea) de que
es indispensable, un mesías y que sin su presencia el país camina rumbo al
abismo y la destrucción.
Erradamente
se desoyen las críticas bajo la premisa ad hominem y se descalifica al emisor,
con o sin intención, amparado en alguna cualidad negativa (existente o no)
apelando más a las emociones y costumbres que a la lógica, de la cual carece
gran parte del pueblo (inducido por el bajo nivel educativo y la falta de interés
en mejorarlo, de parte de las autoridades), para conducirlo a la no escucha de
la realidad. Eso mismo sucede con los cercanos de los mandatarios: descalifican
a los que emiten críticas, que por lo general sirven para rectificar algún mal
del gobierno mismo.
Ad verecundiam
Particularmente
ésta frase de origen latín es de mi agrado en razón de que su significado tiene
estrecha relación con otra frase, de igual origen, llamada magister dixit (el
maestro lo dijo). A veces damos por sentado un argumento, no basados en la lógica
o hechos que refrenden lo dicho, sino en el peso de quien lo dice. Ésta espinosa
frase a modo de estrategia ha sido utilizada para generar un ambiente de
descredito en torno a figuras políticas.
Podría
decirse del caso Quirino, el cual dice – sin ninguna prueba- que Leonel le debe
dinero. Obviamente esa afirmación se prolifera para generar descredito. Pero muchos
la creen pues quien la afirma es un ¿ex? Capo.
Finalmente,
recaigo en el planteamiento casi inicial; los líderes del PLD están obligados a
entenderse, no solo por el bienestar de su parcela partidaria sino para la
tranquilidad post – 2020 de ambos, pues es evidente que para fines de ejemplificación,
si quien resulta vencedor, en el balotaje electoral venidero, es del espectro
opositor, los tribunales tendrían a muchos exponentes del PLD (justo o no)
sentados en el banquillos de los acusados.