Danilo Medina y Leonel Fernández fueron los protagonistas de la crisis del 2015. Los fraccionamientos en los partidos políticos ...
Danilo Medina y Leonel Fernández fueron los protagonistas de la crisis del 2015.
Los
fraccionamientos en los partidos políticos del país
han sido una causa de pérdida del poder
han sido una causa de pérdida del poder
El Comité Político del PLD se reúne en el momento más
tenso vivido desde la fundación en 1973, entonces bajo la sombrilla del
liderazgo único de Juan Bosch. Ahora dos líderes pugnan por su control con
amenaza de división que históricamente es causa eficiente de pérdida del poder.
Las divisiones en el partidismo dominicano han estado
determinadas en dos causas fundamentales: el control directo del poder en el
Estado o el control del partido como instrumento para el acceso al poder
político.
En los tres principales partidos políticos esa lucha
jamás se ha fundamentado en razones ideológicas, sino en antagonismos
personales originados en ese afán por el control del Estado.
En los casos más importantes, esos antagonismos
provocaron la enemistad de grandes aliados que en el fragor de la política
construyeron unas relaciones que no estuvieron exentas de llegar hasta la
intimidad.
En la primera gran división del Partido Reformista se
produjo al mismo tiempo un rompimiento entre Francisco Augusto Lora y Joaquín
Balaguer, cuando el 27 de junio de 1969, éste último asumió el control absoluto
y desplazó a Augusto Lora de la presidencia, quien luego el formó el Movimiento
de Integración Democrática (MIDA) para oponerse a la primera reelección en
1970.
En el caso de los partidos en el poder, la reelección ha
sido un elemento clave para desatar procesos de división, toda vez que quien
gobierna suele optar por el continuismo, lo que tiende a desatar las pugnas con
otros actores internos que pretenden buscar el poder.
Rompimientos
en el PRSC
Con la salida de Lora del entonces Partido Reformista,
Balaguer logró mantener la cohesión de sus seguidores en base al continuismo y
la fuerza de su liderazgo. Sólo después de 1978, ya apartado del gobierno,
sufre un consistente debilitamiento, pero se recupera precisamente a
consecuencia de una lucha interna en el PRD entre el presidente Salvador Jorge Blanco
y el candidato presidencial Jacobo Majluta, que conduce, por la división, a la
pérdida del poder.
Es en 1994 cuando se produce el más importante
desprendimiento del Partido Reformista, ya convertido en Social Cristiano,
cuando Fernando Álvarez Bogaert, derrotado varias veces por Balaguer, pacta con
la candidatura de José Francisco Peña Gómez por el PRD, momento en que Balaguer
de nuevo sufre una importante pérdida y ve reducido su mandato a dos años.
Luego vendrían otros desprendimientos, como en 2006,
cuando más de la mitad de los dirigentes y simpatizantes del PRSC apoyaron al
Partido de la Liberación Dominicana, mientras otro grupo suscribió una alianza
con el PRD.
El
PRD
Bien se puede decir que el PRD es la escuela de las
divisiones y desprendimientos, sea por el control del poder político nacional o
por el control mismo de la organización.
Los rompimientos en el PRD están presentes desde su
llegada al país después de la muerte de Trujillo, en el mismo 1962, uno de los
comisionados junto a Ángel Miolán fue expulsado al aceptar un cargo a Joaquín
Balaguer como secretario de Trabajo en 1962, y forma el Partido Revolucionario
Dominicano Auténtico. El profesor Juan Bosch ganó la presidencia de la
República ese año y posteriormente perdería el segundo hombre a bordo de la
comisión que implantó la agrupación en el país, Ángel Miolán
Pero el PRD sufre la gran crisis en 1973, cuando con la renuncia de Bosch a consecuencia de diferencias con otro sector que se identificaba con el liderazgo que encarnaba José Francisco Peña Gómez, que tenía una posición moderada sobre las reformas políticas.
Pero el PRD sufre la gran crisis en 1973, cuando con la renuncia de Bosch a consecuencia de diferencias con otro sector que se identificaba con el liderazgo que encarnaba José Francisco Peña Gómez, que tenía una posición moderada sobre las reformas políticas.
Otra división importante arrasa una gran amistad
personal. En 1987, a consecuencia de la crisis generada por la salida del PRD
del poder en 1986, se produjo la separación de Majluta y Peña Gómez, y surgen
el Partido Revolucionario Independiente (PRI), y el Bloque Institucional
Socialdemócrata (BIS). La división imposibilitó el retorno del PRD al poder.
Después de un proceso de unificación interna el PRD
retorna al poder en el 2000. Cuatro años después vendría a quebrarse esa unidad
con la reforma de la constitución de Hipólito Mejía para restablecer la
reelección. Se incuba otra gran crisis que provoca la salida de Hatuey De Camps
en 2005, quien funda el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD).
Entonces el PRD quedó deshecho, y sus restos fueron
recogidos por Miguel Vargas Maldonado, quien junto a otros dirigentes
reagruparon sus fuerzas y participa como candidato presidencial en las
elecciones de 2008, proceso en el que logra alguna recuperación, hasta 2011,
cuando en una convención es derrotado sorpresivamente por Hipólito Mejía, con
resultados cuestionados.
Ese proceso culminó en las elecciones de 2012, cuando
Mejía salió derrotado a manos de Danilo Medina del PLD, lo que desató otra
lucha a muerte entre Mejía y Vargas Maldonado, lo que da lugar a otra división,
en 2014, con graves incidentes violentos. Se considera la más grande de las
divisiones del PRD.
En el caso del PRD, se puede afirmar que las divisiones a
consecuencia de la lucha por su control con vista al poder han sido causa
eficiente de la pérdida del poder de desde 2004. Al menos, hubo una “gran
ganancia”, el surgimiento de un nuevo partido político que hoy encabeza la
oposición al PLD, el Partido Revolucionario Moderno.
El PLD
Es el PLD la agrupación que ha sufrido menos fracturas
radicales, a lo cual se atribuye su permanencia en el poder desde 2004, aunque
ya había gobernado en base a una alianza con el PRSC desde 1996 hasta el 2000.
Sin embargo, durante su proceso de formación y desarrollo
vivió algunos desprendimientos que a la postre solventó con el retorno de la
mayoría de los disidentes, cuando empezó a proyectar vocación de poder. Caso
del ex vicepresidente Rafael Alburquerque, que a consecuencia de sus
diferencias con Juan Bosch fue expulsado en 1983 y formó el Partido del Pueblo
Dominicano (PPD), luego saldría Max Puig, en 1992, y sus seguidores que
formaron la Alianza Por la Democracia (APD). Muy al principio, en 1978, había
ocurrido con Antonio Abreu, quien fundó la Unidad Democrática (UD).
La crisis actual
Pero ahora, el PLD sufre la mayor crisis, a consecuencia
de la confrontación de sus dos liderazgos, Leonel Fernández y Danilo Medina, a
quienes la lucha por el poder los convirtió en grandes amigos y aliados y ahora
están divididos precisamente por el control del poder.
Las diferencias entre Medina y Fernández se remontan al
principio de la década que ya casi termina, cuando el PLD retornó al poder en
2004, después de la derrota de Mejía.
Bajo la bandera de la unidad, la organización morada
recobró el poder, pero ya el liderazgo de Medina se había sometido a la prueba
del 2000, cuando fue derrotado por Mejía. El hoy presidente no se dio por
vencido, y aunque acompañó a Fernández en la campaña y desde la secretaría de
la Presidencia, sus propósitos por jugar su propio papel no cesaron.
En 2006 presentó su renuncia a la secretaría de la
Presidencia para protagonizar su propia historia que lo condujo a enfrentarse a
Fernández por la candidatura presidencial de 2008, en unas elecciones internas
que perdió con un margen muy desfavorable. El presidente Fernández resultó
ganador de las primarias del 6 de mayo de 2000 con 403 mil 577 votos, un
71.55%, contra un 28.45% de su ya rival, equivalentes a 160 mil 505 votos, con
una concurrencia del 49.09% de la militancia del partido morado.
Fue en ese momento cuando el hoy Presidente Medina
declaró: “Me venció el Estado”. Desde entonces, la rivalidad entre ambos
líderes es inocultable, más que manifiesta, tanto, que no se comunican en
ningún escenario, e incluso, se evitan. La tirantez es la característica
fundamental de las relaciones, no sólo entre ellos, sino entre los parciales de
ambos bandos.
Se entendió que las diferencias habían terminado con la
candidatura de Medina en 2012, cuando el presidente Fernández lo apoyó y
calentó la economía en búsqueda de un ambiente favorable al PLD, al extremo de
que resultó a la postre acusado por uno de sus contrarios del equipo triunfante
de que había provocado un déficit fiscal de más de RD$187 mil millones, lo que
desató una campaña de grupos sociales que amenazaron con someterlo a la
justicia.
Posteriormente, el presidente Medina declararía que lo
que encontró en el gobierno fue una maleta llena de facturas (pendientes de pagar),
con lo que avalaba la campaña contra Fernández de que había provocado un
déficit fiscal.
Las relaciones se tensaron más, hasta que llegó el
proceso electoral de 2016, cuando el presidente Medina se repostuló en medio de
la oposición de los seguidores de Fernández, que resistieron la reforma de la
Constitución, para luego pactarla mediante a un acuerdo político en 2015.
Antes, el expresidente Fernández sufrió una campaña de denostación que incluyó
la llegada al país del convicto narcotraficante Quirino Ernesto Paulino
reclamándole el pago de una deuda de RD$200 millones. Los leonelistas
insinuaron que fue auspiciada desde el Palacio Nacional.
En la reforma de 2015 se permitió la reelección por dos
períodos, pero expresamente se prohibió al presidente Medina repostularse, de
por vida. Ahora sus auspiciadores plantean la necesidad de modificar la
Constitución de nuevo. Es el tema dominante en este momento.
El presidente Medina ha guardado silencio, aunque en
algunos de los actos que encabeza se aboga por su reelección. Su expresión más
específica cuando fue abordado sobre el tema por Jatnna Tavárez en su programa
del 19 de agosto pasado, fue lo siguiente: “…en el PLD decidimos hablar del
tema en marzo, y en ese momento yo fijaré mi posición”. Marzo terminó ayer.
Fue en ese mismo programa que planteó, a propósito de los
riesgos de una división en el PLD a causa de la pugnacidad actual, precisamente
por la reelección, lo siguiente: “Esas contradicciones que se dan son luchas
por el control del poder. Esas divisiones que hay ahora son hasta que se elija
al candidato para el 2020. Una vez que se tenga el candidato de 2020, habrá
gente que se quedarán con algún tipo de dolor… Pero al final, la mayoría se
encaminará a apoyar el candidato que el partido escogió.” Visto en esa
perspectiva, la definición de la actual crisis en el PLD resultaría bastante
simple. Lo único que la sigue complicando es la posibilidad latente de que se
intente reformar la Constitución, que es precisamente lo que ha desatado el
fuego de la desunión.
Y otra vez salta la pregunta: ¿Qué tan cerca está el PLD
de una división y consecuentemente de una posible derrota? El Comité Político
de esa agrupación, que sesiona hoy, tendrá que empezar a encontrar la
respuesta.
Lo que está claro es que en la historia de la política
dominicana la división de las organizaciones políticas es una causa eficiente
de la pérdida del poder o de un debilitamiento de prolongada duración.