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Brujo de San Luis dice que tiene la cura de la chikungunya

Por Diego Tórres San Luis. - El brujo Juan de Dios asegura que ha resuelto lo que le ha sido imposible resolver a la ciencia: dice...

Por Diego Tórres
San Luis.
- El brujo Juan de Dios asegura que ha resuelto lo que le ha sido imposible resolver a la ciencia: dice que tiene la cura paara el virus de la chikungunya, que se ha convertido en una epidemia en la República Dominicana, ahora convertido en "país exportador" del mal.
Juan de Dios probó su "medicina" con varias personas, incluidos miembros de su familia, que "están ahí, vivos, caminando".
Este brujo que se considera a sí mismo protegido por los espíritus, el mismísimo Dios y las Siete Divisiones, no duda en criticar a las autoridades del Ministerio de Salud Pública, a las que imputa ocultar las reales cifras de fallecidos debido al "demonio" de la chikunguya, que "anda tocando corazones, de casa en casa".
Incluso, asegura que cuando las autoridades dicen que murieron dos personas afectadas por la chikungunya, realmente podrían ser diez o más.
Este brujo, de padres haitianos, y vecino de La Balsa, abrió las puertas de su altar a Ciudad Oriental para concedernos una entrevista única, durante la que habló de esta enfermedad tenida por la ciencia como incurable, pero de la que él asegura que puede curar porque los espíritus le revelaron la forma de hacerlo.
Antes de iniciar su conversación con Ciudad Oriental, Juan de Dios desarrolló un ritual al toque de dos maracas y una campana con las que se comunicaba con los espíritus y quienes a su vez eran los que le daban el poder para decir sus palabras.
Su cabeza estaba tocada con un pañuelo rojo y el torso cubierto con una túnica amarilla con una franja verde.
Este brujo es de hablar calmado. No parece tener prisa y habla con seguridad.
A su espalda tenía imágenes de santos para todas las ocasiones, dos botellas llenas de refresco rojo, y, entre otras cosas, un caracol que hizo sonar en varias ocasiones para mostrar la forma en que con este convoca a los espíritus.
Al fondo, un cuadro de la Monalisa y a un lado una efigie de un espíritu sin cabeza.
Sobre un altar, en el centro, estaba un pequeño ataud forrado en su interior de tela blanca y en la parte exterior de trozos de tela negro, azul y rojo.
Este último color, el rojo, es destinado a trabajos "especiales", cuando los solicitantes de sus servicios quieren que estos sean "con sangre".
Juan de Dios no es un brujo cualquiera. Tampoco es un imposivisado.
Su brujería la lleva en la sangre, la heredó de sus ancestros, sobre todo de su abuelo, quien tiene 102 años de edad.
Cuando llegué al lugar, debí esperar algunos minutos porque el brujo asistía con sus servicios a varios clientes, entre estos, a la esposa de un periodista de San Luis, a la que le había colgado en el cuello una culebra mientras le hacía un despojo.
Juan de Dios narró que un pariente suyo, de nombre Antonio Valdéz, fue afectado por la chikungunya.
Sus familiares no lo llevaron al médico, sino que recurrieron a sus poderes, a su sabiduría, para que le ayudaran a curar a Valdéz.
Fue entonces cuando el brujo, según explicó, hizo "unos cuantos estudios con unas cuantas raíces, unas cuantas mátaces (árboles)".
En esa circunstancias, estándo él (el brujo) acostado, llegó un santo llamado "Papá un Fegai, Candelo Un Fegai" (así lo entedimos cuando lo mencionó).
Pero Candelo no llegó solo, lo hizo acompañado de la metresa Ana Isa Pie y San Miguel Arcangel.
Los tres le hicieron "una demostración"  para que le extrajera el sumo de un árbol, que ha sido la clave para él "curar" la chikungunya.
Asegura que le administró a su pariente el sumo que le mostraron los espíritus.
-"Por  lo que veo, él se paró. Ya los médicos no contaban que él iba a estar vivo", dijo.
Reveló que "aquí en mi casa le agarró a la esposa mia, y a la hija mía. Yo agarré y le di del sumo de la mata. Y andan bien ahí, yo no los llevé ante ningún médico".
Explicó que otras personas se han presentado ante él en busca del brebaje y él les ha explicado lo que deben hacer.
Eso sí, puso como condición que, para que el preparado pueda tener los efectos deseado, la persona debe tener fe, de lo contrario, no será efectivo.
La razón es sencilla: desde su punto de vista, la chikungunya no es transmitida por un mosquito, sino por un demonio que anda de casa en casa tocando a todos, a ricos y pobres.
-"Si usted no tiene fe, no venga a mi altar", advierte.
-"Eso es un espíritu maligno, que va tocando puertas. Va tocando personas, algunas somos más débiles", según su explicación.
Fue en ese momento cuando criticó a las autoridades de Salud Pública, a las que acusó de que supuestamente ocultan las cifras reales de los fallecidos tras ser atacado or ese "demonio".
-"Ese es un espíritu que anda desandando", explicó el brujo Juan de Dios en alusión al virus de la chikungunya.
El brujo se burló de la información oficial que atribuye la transmisión del virus a un mosquito.
-"¿Usted cree que puede ser un mosquito? ¿Usted cree que un mosquito puede hacer lo que (se dice) que ha hecho? Aquí en Santo Domingo somos ricos de mosquitos".
Abriendo los ojos de par en par, el brujo aseguró que:
-"Eso va tocando corazón por corazón, alma por alma. Porque eso va desandando. Eso va de cuerpo a cuerpo".
De esa forma explicó que cuando en una familia una persona es afectada, todos los demás también lo son.
-"Eso es un demonio (...) y a las cosas malas les gustan los cuerpos débiles", enfatizó.
Al parecer, este brujo sabe lo que dice, puesto que entre sus clientes hay legisladores, uno de los cuales le construyó su casa de block.
Y si un legislador lo hizo, por algo será.
Las creencias en los rituales mágico-religiosas son ampliamente extendidas en el Distrito Municipal San Luis, que durante muchos años fue una zona cañera habitada por obreros llegados del vecino Haití.
Las autoridades admiten que no hay cura para el virus de la chikungunya.
Aconsejan a los afectados visitar al médico en busca de alivio a la enfermedad.
Generalmente, a los enfermos por este virus le recomiendan pildoras para la fiebre y analgésicos para aliviar el dolor acompañado de líquidos en abundancia.
Quienes padecen del mal presentan erupciones en todas partes del cuerpo, dolores intensos en las articulaciones y fiebre continuas y elevadas.
Los servicios de emergencias de los hospitales están desbordados por estos enfermos.
La epidemia ha provocado ausencias en los centros de trabajo y de estudios.
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