Por Daygorod Fabián El Autor es Educador y Comunicador Social El fenómeno del liderazgo puede ser visto y analizado de diversas m...
Por Daygorod Fabián
El Autor es Educador y Comunicador Social
El fenómeno del
liderazgo puede ser visto y analizado de diversas maneras, cientos de formas y
miles de puntos de vista. Pero en todas estas aristas de observación hay un
punto de correspondencias para los cronistas y es que para ser líder se
necesitan ciertos elementos que no estan a la venta y que por tanto no se
pueden comprar.-
Entre estos
elementos podemos mencionar el Carisma (Según Weber), Manejo de Conflictos (Según
Redorta) y la distinción de que liderazgo poseemos (Según Luke). Producto de
las circunstancias se ha creado la confusión, en algunos actores políticos, y
han mal entendido el concepto de poder que otorga la disciplina partidaria, de
una parcela política, con liderazgo.
De este hecho no
escapan actores de alto rango, y mucho menos lo de menor jerarquía. Es interesante
que los exponentes de la partidocracia tradicional y los que se hacen llamar
nuevas alternativas, aún entienden que el poder del dinero y de los ambientes mediáticos,
sumado con las estructuras de los partidos son suficientes para agenciarse con
una victoria en términos electorales….
…Origen de la Confusión
Se origina la confusión
por un hecho trascendental y es que el partido oficial, tiene en sus manos el
24% del electorado vigente para ejercer el sufragio. Muchos por razones de
fanatismo, empleomanía o dadivas clientelares, mantienen su lealtad al amo que
les da de comer.
Esto por ende
favorece a quien encabece la boleta del partido que ostente el poder, saliendo
así beneficiado no por sus propuestas, no por sus ideas y mucho menos por su
conceptualización, sino porque aunque no sea del agrado del electorado
beneficiado, es a quien deben marcar el día D para mantener esa dadiva que
reciben todos los meses.
Mi Provincia
Montecristi, no es la excepción, el actual Senador es uno de los mayores
exponentes de este beneficio, que otorga la política clientelar, donde lo
valeroso no es el liderazgo sino la disciplina partidaria.-