Por Daygorod Fabián Sánchez El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez Sería ocioso analizar por qué no nos asombra...
Por Daygorod Fabián Sánchez
El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez
Sería
ocioso analizar por qué no nos asombran este tipo de acciones, en razón de que
cada vez se hacen más comunes; me refiero al asesinato del Abogado y
Catedrático Universitario Yuniol Ramírez, el cual era un férreo crítico de la corrupción
y precisamente días antes de su muerte, a manos de empleados y bajo la
dirección del ex-regente de la OMSA, había expresado su parecer con relación a
la nomenclatura mafiosa que imperaba en esa dependencia del Estado.
Lo
que si me causa sorpresa es la rápida intención de parte del órgano investigador
– Ministerio Público - de exculpar al Exdirector Manuel Rivas y desviar la
atención hacia el asesinato moral del citado catedrático y abogado. Escuchamos con
frases de estupor como de víctima se le tipifico de victimario (extorsionador),
expresando que se le habían entregado un millón de pesos de cuatro que supuestamente
había acordado con el referido ex-director.
La
pifia y abolladura ética que resultó evidente, a raíz de la rapidez con la que
se quería formar una estructura de impunidad, fue muy notoria. ¿Si se le
entregó un millón de pesos en calidad de soborno para silenciarlo, entonces
donde está el rastro de ese dinero, donde están las pruebas de dicha entrega? Pero
sería más importante aún sindicar que admitir haber entregado el soborno es
admitir que hay corrupción en esa institución.
De
igual forma me causa indignación la forma impertérrita con que nuestro presidente
asume este tipo de problemas. En los gobiernos de Medina son varios los muertos
a causa de asuntos de corrupción gubernamental (OISOE, CEA, OMSA), pero no me
quiero remontar a esos casos, sino mantenerme estrictamente en el caso Yuniol.
Analicé
de forma detenida el interrogatorio que le fue practicado al denominado “El Grande”
(José Antonio Mercado Blanco) y es muy evidente que para nada se pregunta o
menciona al señor Rivas, como muestra de que tal como espeté en principio se quiere
sacar de este atolladero jurídico al dirigente peledeista.
Las
peripecias que contextualizan este hecho horrendo no tienen nexos con las
informaciones que, la Fiscal encargada Olga Diná LLaverías ha expresado en
diferentes ruedas de prensa. En ese sentido quiero hacer una digresión: es
penoso como alguien tan joven se preste al ocultamiento de culpables de un
crimen de esta magnitud. Lo ético y correcto hubiese sido su inhibición de este
caso, por cuenta propia, producto del vínculo partidario que tiene con el
principal sospechoso del crimen.
Un
hecho que resulta aún más penoso es como los encargados de replicar las
informaciones gubernamentales asumen como bueno y válido el discurso preparado
a última hora de que Yuniol era un extorsionador. La extorción en estos casos consiste en
colocarle un precio al silencio para no sacar a la luz pública informaciones que
comprometen nuestra moral o libertad en sentido jurídico. A pesar de que no
descarto la supuesta extorción, sería correcto preguntarse: Si Yuniol extorsionaba
con guardar silencio ¿Por qué de forma continua y diaria hablaba en los medios
sobre los actos de corrupción y sobre quienes lo llevaban a cabo?