Por Daygorod Fabián Sánchez El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez Con dolor en nuestro corazón, aunque sin so...
Por Daygorod Fabián Sánchez
El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez
Con
dolor en nuestro corazón, aunque sin sorprendernos, escuchamos frases
impronunciables casi a modo de imprecación, de parte de alguien que dice ser
una enciclopedia humana; pero que por su dicción y acciones solo resta decir
que es uno de los que le ponen precio al silencio y valor económico a la
palabra. El señor Arvelo (hijo), en sus últimos años en la pululación
comunicacional, es una muestra más de cómo la crisis de valores se expone en
los que ejercen la comunicación.
No
tengo por finalidad discutir la égida que cubre al citado comunicador (si es
que puede llamarse así) y que evita una sanción con la rigidez de lugar, sino
que me agradaría recordar un poco de lo que fue la participación de Duarte y
los Trinitarios (Sánchez y Mella) en la Guerra Restauradora, motivación que
según el supraindicado señor Arvelo (Hijo) lo llevó a insultar a nuestro prócer
y Padre de la Patria, hasta el grado de tildarlo de cobarde y homosexual.
Luego
de lograda nuestra independencia (27/02/1844) no se logró establecer un
intersticio de tiempo-paz razonable, pues las disputas por el control de la
naciente nación resultaron en manos del General Pedro Santana una vía expedida
para excluir de su país a los Trinitarios, casi con intenciones perpetuas. Fue hasta
el 26 del mes de Septiembre del año 1848, a través de un Decreto – con carácter
de amnistía – del Presidente Manuel Jiménez que Sánchez y Mella lograron
regresar a su país, en circunstancias totalmente difíciles.
Pasados
los años y Duarte sin aún volver a su amada Patria Dominicana, el entreguista y
traidor Gral. Pedro Santana decide anexar, a nuestra joven nación independiente,
a España bajo la tesis de querer librar al país de la amenaza haitiana, incontables
escaramuzas políticas que diezmaban su población y una insostenibilidad económica,
producto de la quiebra de la Tesorería Nacional llevada a cabo por el
Presidente Buenaventura Báez.
Efectuada
la anexión (18/03/1861), Duarte reunió recursos, armas, pertrechos y amigos Venezolanos
para que lo ayudaran a sacar a los intervencionistas españoles y a los que
apoyaron esta funesta acción en contra de nuestra libertad soberana. Aproximadamente
20 años después de haber salido de su país regresa – 25/03/1864 – para
colocarse a disposición del Gobierno Restaurador, con su Sede en Santiago de
los Caballeros.
Duarte
entró al país por Montecristi y tres (3) días después desde Guayubin envió una
carta al Gobierno Restaurador explicándoles las razones de su llegada a la nación;
pero los rumores y las inquinas en su contra provocaron que veinticinco (25) días
después (a pesar de haberse unido a las luchas en Yamasá y Monte Plata) tuviese que salir del País en labores de
naturaleza diplomática.
Al
momento de marcharse Juan Pablo Duarte éste resultó acompañado de Melitón
Valverde para que ambos encabezaran la misión, señalada más arriba de Diplomática,
tocando las puertas ante los gobiernos de Venezuela, Nueva Granada y Perú; así
como empresas privadas en procura de fusiles, plomo, pólvora, papel para cartuchos
y otros armamentos. De igual forma tenía la misión de conseguir un préstamo ascendente a un monto de Medio
Millón de Pesos, los cuales serían utilizados para el financiamiento de la
guerra.
¡Estas
son solo algunas de las formas conocidas en las que Duarte ayudó nueva vez a su
amada Republica Dominicana!