Por Daygorod Fabián Sánchez El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez Pasada la etapa lóbrega de la Dictadura Tru...
Por Daygorod Fabián Sánchez
El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez
Pasada
la etapa lóbrega de la Dictadura Trujillista se manifestó la inquina en contra
de la exaltación extrema de la personalidad del funcionario público o del Primer
Mandatario. Se esperaba que los que administran la cosa pública tenga el bien merecido
reconocimiento, con el asterisco señalador, de que sus acciones no son
personales ni con recursos propios sino con las exacciones impositivas que el
pueblo lleva sobre sus hombros.
He
notado lo aleve de las manifestaciones – de litorales cercanos y vinculados a
las nóminas de las instituciones – que tienen por intención fijar la atención
en el incúmbente más que en sus responsabilidades como servidor público. Las obras,
acciones y actuaciones que se sufragan con los recursos que el Estado le
asigna, a manera de presupuesto, a las instituciones ¿Democráticas? Son colocadas
en los periódicos (digitales e impresos), redes sociales (Facebook, Youtube, Twetter,
Instagram) y programas comunicacionales (radio y tv) como logros de un ¿gestor/a?
y no de la institución en sí.
Es
muy común escuchar que el funcionario x o y realiza tal o cual obra. ¿Pero esa
obra o aporte, se realizó con recursos de sus bolsillos? ¿Cuál es la finalidad
de este culto a la personalidad?
El
objetivo del culto, que titula este escrito, es crear la falsa percepción de
gestiones eficientes, no desde el ángulo real sino desde la nomenclatura vinculante
presupuestaria, que coloca distintas voces en los medios, los cuales a su vez
deberán llevar a cabo la misión de vender al amo de turno como una persona
capacidad y con el vuelo intelectual suficiente para manejar esa y cualquier otra
institución. ¿Han notado amigos lectores la excesiva publicidad del MIREX, que
dirige Miguel Vargas?
Otra
cuota del denominado culto a la personalidad – más allá de satisfacer el ego
personal, con recursos públicos – estriba en la construcción de un supuesto
liderazgo (más bien poder) que está ligado estrechamente con la nómina pública.
Los saludos, exaltaciones, halagos y condescendencias – en efecto - tienen su adenda
con los nombramientos.
Bajo
esta tesis (quizás mas realidad que teoría) es que la separación de los
puestos, con posibilidad de otorgar dadivas, es el peor de los castigos para un
funcionarios (más que ir a la cárcel o ser acusado por corrupción) ya que junto
con su separación gubernamental se van las lisonjas, ¿amigos?, y el liderazgo
construido con dinero de la gente. Interesante resulta que esto aplica
igualmente para los senadores y diputados.