Por Daygorod Fabián Sánchez El autor es educador y comunicador de Villa Vásquez Con la noción de reencuentro social, en busca d...
Por Daygorod Fabián Sánchez
El autor es educador y comunicador de Villa Vásquez
Con
la noción de reencuentro social, en busca de acaparar la atención pública con
respecto a la credibilidad de la Justicia Dominicana, el Procurador General de
la República Jean Alain Rodríguez instaló un baile que comenzó meses después de
iniciarse el terremoto brasileño-continental de Odebrecht.
Para
el inicio se necesitaron catorce bailarines, los cuales fueron apresados bajo
las impericias técnicas que requería la ocasión, pero con el montaje espectacular
que dejaría satisfacción en los estratos que apetecían (o ansían) justicia
verdadera. Como todo espectáculo, éste no era la excepción, el factor tiempo jugó
un papel estelar.
Llegado
el momento de sostener las acusaciones, las cuales fueron revestidas de la
reticencia común, con formulaciones jurídicas presentadas por el Ministerio
Público, no se encontró forma de dejar bajo las rejas a los que habían sido
sindicados, en primer orden, con el calabozo preventivo.
Con
todos los bailarines fuera de la fiesta, de forma temporal, debido a la mala
aplicación de la música y orquesta, se generó presión sobre el PGR e
insatisfacción en gran parte de la población. Defino esa insatisfacción como el
producto de la caza inmisericorde de la procuraduría por hallar terceros que se
echasen la culpa de uno de los casos de corrupción más grandes que ha conocido
la República Dominicana, sin efectos positivos en esa cacería.
Un
error garrafal estriba en subestimar el ojo ausculto ciudadano, el cual siempre
estuvo atento a las figuras y su talante (en toda América) al momento de caer
bajo acusaciones y posteriormente pulgar penas (bajo cárcel) y pagar multas
cuantiosas, justamente por el mismo caso local, pero aquí sin consecuencias judiciales.
Faltando
poco tiempo para presentar una acusación sólida, como la requirió la Magistrada
Miriam German Brito, resulta descabellado pensar que en más de un año de
investigaciones los arquitectos o parte de la arquitectura mafiosa sean dos (2)
periodistas, que si bien no están excusados de responder ante el requerimiento
judicial no son los que han laborado junto con Odebrecht desde el momento mismo
de su instalación en el país.
Personalmente
nunca me ha agrado el jolgorio comunicacional (a favor del gobierno) que
siempre presentan estos periodistas, pero debo ser justo en decir que me agrade
o no su estilo, estos ejercen la comunicación y si bien tienen que responder y
demostrar sus riquezas, así mismo deben responder los consorciados de Odebrecht
que ni siquiera han sido mencionados (jurídicamente) en este cobertizo de corrupción.
Tanto
Dany como Julio pueden resistir el ajetreo jurídico que se les aproxima y en
tal sentido me pregunto: ¿Los consorciados de Odebrecht podrán hacer lo mismo? En
el exceso libérrimo que articula el Procurador, éste se convierte en el maestro
constructor de una payasería judicial, que además de dejar mal parada (más de
lo que ya está) la justicia dominicana, terminará por dejar a todo el mundo en
sus casas, cuando sabemos que hay cuota de culpa.
Toda
persona o entidad está ubicada debajo de la constitución y las leyes, por ende
cuando los entes legales lo ameriten debe ser interpelado/a dicha persona o
entidad. Actuar en contra de uno/as pero dejando de lado otros/as con mayor nivel
de participación en los ilícitos se denominaría como una arbitrariedad, motivada
en muchos casos, por razones de orden personal y parcial. La justicia no puede
ser manejada así.