Por Daygorod Fabián Sánchez El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez Estoy totalmente seguro de que no soy el ...
Estoy
totalmente seguro de que no soy el único que ha notado el rostro y las respuestas
del Presidente ante las distintas interpelaciones, que le son efectuadas, las
pocas veces que se logra tal cometido. Antes - antes de Odebrecht – del
derrumbe de la popularidad del mandatario era evidente la seguridad y la forma
parsimoniosa en la que los cuestionamientos eran respondidos.
Los
argumentos que esgrimía el primer mandatario funcionaban a título de cornucopia.
Basados en la tesis de que las cosas iban tan perfectamente dirigidas que el país
y sus regentes debían mantener la confianza puesta en las articulaciones
del Presidente. Casi se llega a adoptar esta costumbre como si
fuese un atavismo, donde la rutina era ver al
señor Danilo Medina explayando sus consideraciones sobre los temas
nacionales, dándolos por resueltos.
Pero
las cosas cambiaron, vemos a un Danilo Medina acorralado, asustado y con delirios
de persecución. Cuando se le logra establecer algún tipo de incógnita, por lo
general incómoda o relacionada a algún escándalo de corrupción que ha explotado
en sus periodos gubernamentales la respuesta es cortante, violenta (verbalmente)
o llena de cinismo.
Me
parece que se han ido obturando las vías de acceso a espacios de respiro frente
al cerco que se ha creado el mismo gobierno. Algo similar a lo que les sucede a
las personas que saben que cometieron algún tipo de inconducta, y aunque nadie
los reprimirá sienten que eso los persigue y se espantan hasta con el suspirar
de un simple gatito.
El
cuadro del perfil del Presidente es interesante, ya que se nota con un alto
grado de cansancio y preocupación como si algo le atormentara. Ese algo no podría
decirlo yo, ya que mi opinión frente a los anticuarios del gobierno no tiene validez.
Pero intuyo que a pesar del andamiaje judicial que garantiza impunidad, detrás
está la idea de consecuencias de tipo internacionales (eliminación de visados,
etc…) fruto de que los gringos tienen el ojo puesto sobre todos los que se
relacionaron con Odebrecht.
Igualmente
ha sido evidente un afán desmedido por limpiar el atolladero de Punta Catalina.
Los que efectuaron el dolo (más que claro) expresaron la pulcritud de la contratación
y/o adjudicación de la misma. Más adelante se patentizó que no era suficiente y
se formó una comisión de ¿notables? Para decir que fuimos tan inteligentes que
engañamos a Odebrecht en un 6% (obra subvaluada).
Para
completar el teatro el Procurador General de la República (Jean A. Rodríguez)
manifestó, sin nadie preguntarle, sin estudios y experticias técnicas de investigación,
que Punta Catalina está limpia y no hay nada que inquirir en ese caso.