Por Daygorod Fabián Sánchez El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez Resulta notoria, al observarse y analizarse...
Por Daygorod Fabián Sánchez
El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez
Resulta
notoria, al observarse y analizarse, la similitud del matonesco camino que
hemos tomado, con otras sociedades que sucumbieron ante el descredito de la
clase partidaria y el accionar político como único método de movilidad social y
económica. Se ha convertido el puesto público (electivo o decretado) en la
forma favorita de los exponentes para conseguir la riqueza suficiente que les
solucione sus dificultades materiales a costilla del empobrecimiento colectivo.
En
pleno siglo XXI el método por excelencia para doblegar la opinión pública
frente a los excesos éticos e ilícitos que cometen los que manejan la cosa
pública, es el soborno para retorcer la verdad. De ahí el amplio festín de ¿inversiones?
o pagos en medios de comunicación para que se coloquen al servicio de las
peores causas.
La
recurrencia a este tipo de tácticas es la de mayor nivel de perversidad. La falta
de sacrificios por los que manejan la información y la poca rentabilidad del
periodismo decente e independiente, coloca entre la espada y la pared a los que
no tiene la entereza suficiente de rechazar ofertas bochornosas desde el ángulo
ético, pero suculentas desde el punto de vista económico.
Todo
este maderamen es parte de la nomenclatura que colabora con, el único propósito
de, llenar el ego de los que no tienen más nada que hacer fuera de la política y
convierten el dinero en su único recurso que exhibir, en mayoría de casos al
grado de enrostrar a las clases más desposeídas sus adquisiciones económicas.
Legitimidad
La
legitimidad política y social en tiempos de antaño se adquiría mediante las
obras de bien general y la hoja en blanco se llenaba de las acciones abastecidas
de humildad, rectitud y pulcritud.
En
los espacios radiales y televisivos se comenzó a confundir la palabrería llena
de lisonja con reconocimiento colectivo. De ahí que hoy en día se efectúa una
cuantiosa inversión en dos direcciones:
a) Avalar falsamente una imagen desprovista de ideas e intelectualidad y con déficit de argumentos correctos o la descalificación real o b) falsa con el propósito de convertir al financiador de las campañas sucias en el referente de ética y moral.
Abulia por
corregir
Si
existiese la intención de corregir el desdén por las ideas y la fascinación por
tomar como referente para difamar las palabras desprovistas de realidad, se
iniciara un proceso donde solo se debatiera por el bienestar de la nación.