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Gedeón Santos renuncia del PLD; alega ese partido “perdió el rumbo”

Gedeon Santos. SANTO DOMINGO.- El miembro del Comité Central del oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Gedeón Santos, renun...


Gedeon Santos.

SANTO DOMINGO.- El miembro del Comité Central del oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Gedeón Santos, renunció este viernes a esta organización por entender que en los últimos tiempos ha tenido un quiebre con su historia y los ideales de Juan Bosch.

“Hago pública mi decisión de renunciar a la condición de miembro del PLD que por 40 años ininterrumpidos he ostentado. Las razones que me llevaron a hacerlo están expuestas en mi más reciente artículo, publicado en el periódico Listín Diario”, escribió Santos en su cuenta de Twitter: @GedeonSantosR.

Aduce que “el PLD que me formó y al que por 40 años me entregué ha dejado de existir, quedando sólo unas siglas huecas perdidas en un laberinto de divisiones y de oscuridad del que no se sale jamás”, expresa el también exrepresentante permanente de República Dominicana ante la Organización de Estados Americanos (OEA).

El artículo

El artículo a que Gedeón hace referencia se titula “El quiebre histórico y el rumbo perdido del PLD”.  El texto del mismo es el siguiente:

“El que no sabe a dónde va, ya llegó”.  Frase popular

El Partido de la Liberación Dominicana nació para superar los males históricos que por años había padecido nuestra sociedad, así como para conjurar los “vicios de la pequeña burguesía” que históricamente corroían las instituciones políticas. Individualismo, arribismo, grupismo, divisionismo, carencia de principios, de ideología y de visión, se convirtieron en los males que queríamos superar. Por lo que se creó una organización que fuera la negación histórica de esas prácticas. Así, se formó un partido organizado con visión, métodos, disciplina, ideología, principios, mística e identidad propia. A su vez se pensaba que esos propósitos eran cónsonos con un partido de izquierda que propugnaba por la igualdad, la justicia social y la superación del subdesarrollo.

Medio convertido en fin
Pero con el fin de la guerra fría vino la crisis de las ideologías y de las utopías, y se comenzaron a imponer los valores del pragmatismo y del individualismo en muchos partidos progresistas. A partir de ese momento el PLD nunca volvería a ser el mismo. Así, se impuso la idea de que si se quería el poder, se tenían que “flexibilizar” los controles de ingreso, las normas, los métodos de trabajo, la ideología y los principios en los que descansaba la organización, para de esa manera hacernos más atractivos a segmentos de la población a los que no les llegábamos. Entonces, se eliminó la educación, se “flexibilizó” la disciplina y se echaron a un lado la mística, la ideología, los valores y los principios. La propia figura del profesor Juan Bosch se fue marginando hasta finalmente tirarlo al olvido.

Este proceso degenerativo se basó en la idea de que como el fin justificaba los medios, si queríamos transformar el país, que era nuestro fin, teníamos que ganar elecciones y llegar al poder, que eran nuestros medios. Pero lo que terminó pasando fue que los medios, es decir, ganar elecciones y llegar al poder, se convirtieron en el fin, y el objetivo original de transformación se fue perdiendo en el pragmatismo, la apetencia de poder y los intereses corporativos e individuales.

La idea anterior produjo cambios radicales que negaban la esencia progresista y de liberación nacional en la que se fundamentaba toda la existencia del PLD. Entonces, sin educación, sin disciplina y sin principios, y con el único fin de ganar elecciones y llegar al poder, se produjeron complejas mutaciones que hicieron del PLD un partido diferente. A partir de aquí, los “clientes” sustituyeron a los militantes y los inversionistas políticos a los dirigentes formados, lo que traía el predominio del clientelismo y el rentismo en el partido que fundara Bosch. En ese punto, el PLD se convirtió en un “partido franquicia” donde imperaba la transacción y la inversión mercantilista entre los diferentes “concesionarios” de la organización. Entonces, se dispararon los costos económicos de las candidaturas haciéndolas inalcanzables a la gran mayoría de los dirigentes, por lo que para no quedarse atrás, muchos compañeros que eran políticos legítimos decidieron hacer fortuna en el Estado mediante la acumulación originaria para así poder competir en igualdad de condiciones con los recién llegados empresarios. Fue así como, funcionarios y empresarios se fueron convirtiendo en los nuevos líderes del PLD, con lo cual se le dio una estocada mortal a la democracia y al sentido de justa participación.

A pesar de esa evidente crisis partidaria estábamos haciendo buenos gobiernos, gracias principalmente, a que los presidentes de turno lidereaban una correcta visión del desarrollo y a que todavía quedaban dirigentes con ímpetus de cambio y de decencia que no se rendían ante el pragmatismo y el dinero.

Nuevos amos de la democracia

Pero apareció un nuevo marco legal que convirtió en ley lo que ya era una práctica cotidiana en el PLD. La nueva ley de partidos, al permitir que cualquier ciudadano pueda ser candidato sin militancia previa, les quitó a los partidos el control de sus democracias internas. El hecho crítico consiste en que la democracia no opera en abstracto, alguien la controla, y sólo cuatro fuerzas tienen los recursos para manipular el sistema a partir del nuevo marco jurídico: 1) quien controla los recursos del Estado, 2) los empresarios, 3) el bajo mundo, y 4) las potencias extranjeras.

Apartir de lo débil que quedaron los partidos con la nueva ley, todos los puestos de elección incluyendo el presidente y los congresistas serán elegidos bajo la influencia determinante de una o de combinaciones de estas fuerzas que son las que tienen el dinero para impulsar candidatos. Lo anterior genera un panorama aterrador, pues ninguna de estas fuerzas tiene como meta la transformación política o social, pues lo único que los mueve son sus intereses particulares que muchas veces operan en la ilegalidad y la corrupción.