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MALDAD O MALA FE POLITICA?

Por Santiago Rafael Caba Abreu  Desde los inicios de mi cociente racionalidad he escuchado decir que "maldad es hija de la mala fe"...

Por Santiago Rafael Caba Abreu 


Desde los inicios de mi cociente racionalidad he escuchado decir que "maldad es hija de la mala fe", y parece tener lógica esa frase cuando vemos las estrategias de donde se cobijan algunos análisis políticos.

El mundo ha estado librando una guerra sin cuartel para conjurar una sutiacion de emergencia, a causa de la pandemia de salud que sacudió a la humanidad. En medio de una burbuja sanitaria surgieron acciones de los diferentes gobiernos para evitar el contagio de sus nacionales,  cerraron fronteras, limitaron las relaciones físicas, restringieron las actividades colectivas, congelaron los negocios y, por lógica, las recaudaciones fiscales sufrieron un colapso que impidió el gasto público e impuso mecanismos de ahorro interno como estrategia para disponer de capital para detener la expansión de la enfermedad.

Sin dudas que el covid-19 cambió el mundo, ajustó la economía, introdujo un nuevo modelo de convivencia y mantiene una relación fundamentada en la distancia social.

Sin embargo,  todos los días crecen las necesidades de servicios colectivos, se crean nuevas exigencias sociales, surgen reclamos humanos y mayores las obligaciones del estado frente a sus gobernados para garantizar sus derechos fundamentales, en fin, estamos en medio de una encrucijada que requiere mejores niveles de conciencia para comprender con justicia la difícil situación que nos toca vivir en pleno siglo veintiuno, donde la tecnología hace de la información un eje transversal que conecta a todos los seres humanos sin discriminación alguna. 

Con tanta herramienta comunicacional, por una lado surgen muchas opiniones o expresiones lógicas,  bien pensadas, atinadas y justas. Pero por otro lado, vemos diariamente expresiones que salen de la mala fe, de una especie de horgia mental, donde se reúnen los peores esfuerzos por organizar opiniones interesadas en construir un edificio político cuya cimiente es fruto de la mala fe. 

En ese afán, los hacedores de opinión sesgan y olvidan la pandemia y sus secuelas económicas, son indiferentes a las prioridades de la inversión pública para enfrentar la crisis de salud, habilitar los centros de atención a enfermos, contratar nuevos profesionales para el servicio de salud, comprar implementos de protección para estos servidores, adquirir vacunas,, implementar campañas de concientizacion colectiva, asistir a las empresas y sus trabajadores para evitar el colapso, crear un ambiente de movilidad humana circular, mientras las exportaciones, importaciones, recaudaciones fiscales,  etc., sufrían una merma. 

No es tan difícil explicar, con detalles, la situación que impera en la Republica Dominicana, para un gobierno que surgió en medio de la crisis de salud que mayores esfuerzos ha requerido para abordarla.

La política se alimenta de las distintas expresiones ideológicas de sus actores. De un lado están quienes se sienten insatisfechos y se abrazan a un ejercicio de oposición al gobierno, ya sea tomando un camino radicalizado, ya sea utilizando una estrategia moderada. Y del otro lado, los que creemos que el Estado está en buenas manos, que se ejerce el poder con prudencia, que se administran los fondos públicos con transparencia, se enfrenta la corrupción con determinacion, coherencia y seriedad. 

En particular creo, que existe mucha mala fe por parte de algunos internautas, pues limitan sus opiniones a una especie de ráfagas insípidas, sin contenido analítico,  de un engendro huérfano de razonamientos logicos y coherentes. 

Feliz noche!