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De Santa Bárbara, cuando truena

Por Néstor Estévez.   Acaba de conmemorarse el Día Mundial del Agua. Así se pretende crear conciencia sobre la importancia de cuidar el ...

Por Néstor Estévez.

 


Acaba de conmemorarse el Día Mundial del Agua. Así se pretende crear conciencia sobre la importancia de cuidar el llamado oro líquido para la vida de los seres humanos y las especies en la Tierra.

 

La fecha fue escogida y proclamada por la ONU en 1992. Ese año se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.

 

Después de eso se ha contado con otras dedicatorias especiales. Entre ellas destacan el 2013 como Año Internacional de Cooperación en la Esfera del Agua, y el Decenio 2018-2028, para el que se ha destinado el lema “Agua para el Desarrollo Sostenible”. Como se puede notar, se trata de expresiones relacionadas con la idea de que el agua es fundamental para el desarrollo y la paz mundial.

 

Cada 22 de marzo nos encontramos con una extraordinaria cantidad de mensajes, algo muy propio de esta etapa en la que todos parecemos gritar con el convencimiento de que hablar fuerte garantiza que se nos escuche y hasta se nos obedezca.

 

Por eso es muy común encontrarse con cifras que nos envían, en el mejor de los casos, a buscar algún auxilio tecnológico para poder entender. Otras se quedan en el miedo que se nos infunde con datos espeluznantes. Y otras llegan a anunciar un futuro apocalíptico.

 

La Organización de las Naciones Unidas, de su lado, asumió como lema para el presente año "Aguas subterráneas: haciendo visible lo invisible". En ese ámbito se ha encargado de explicarnos que las aguas subterráneas suponen el 99 % del agua dulce en estado líquido del planeta.

 

Lo que hasta ahí parece buena noticia, adquiere otro matiz cuando se nos dice que ya la mitad ha sido extraída para diversos usos. Y peor resulta enterarnos de que muchas empresas se están encargando de dañar esas aguas porque no cuidan la manera para deshacerse de ciertos desperdicios tóxicos.

 

Parece que ha llegado el momento de cambiar el método usado para hacer saber, si es que además deseamos reales cambios en los hábitos de uso de un recurso al que se asocia desde la más sencilla hasta la más compleja posibilidad de vida que conocemos.

 

Parece que será necesario que aprendamos a valorar el agua como lo hace