Por Néstor Estévez ¿Quién no sería capaz de completar esa expresión? La misma ha sido insertada a fuerza de repetición en la psiquis de ...
Por Néstor Estévez
¿Quién no
sería capaz de completar esa expresión? La misma ha sido insertada a fuerza de
repetición en la psiquis de la dominicanidad.
Y es que una
expresión de origen difuso, pero con tanta carga de autoría colectiva como de instigación
a dilapidar, se ha convertido en auténtica incitación a favorecer la insensatez
y echar de lado la racionalidad.
Esa
característica generalizada ha resultado de gran provecho para quienes, cayendo
en la cuenta de ello, aprovechan la más mínima oportunidad para provocar el
despiste de quienes pierden los estribos ante ciertos estímulos.
Cuentan que la
han aprovechado algunos mal llamados líderes desde la antigüedad. Grandes
festejos y hasta el decreto de días festivos servían para “tirar la puerta por
la ventana”, con tal de tener entretenidos a quienes menos pensaban.
Cuentan que
en Egipto se repartía grano y cerveza, así como pan y vino, en Grecia y Roma.
Como se puede notar, con “jartura y borrachera”, aunque todo anduviera “manga
por hombro”, las masas eran entretenidas y se olvidaban de cualquier problema o
necesidad real.
De esa etapa
se ha heredado el tristemente famoso “pan y circo”. Pues lo que en aquella Roma
se conocía como “panem et circenses”, solo ha tenido una que otra “lavada de
cara”; sigue siendo un recurso muy común cuando se trata de encubrir problemas
y dirigir el favor de las masas hacia determinados propósitos. En suma,
mientras menos se dedique alguien a pensar, más fácilmente resulta víctima de manipulación
por parte de quien tenga “la sartén por el mango”.
Así es como
el cuento de que el desarrollo es una especie de “estación” a la que algunos
han llegado y otros podrían llegar, y muchos de los disfraces usados para
intentar confundir, no han sido más que modalidades para entretener a gente
incauta. Así es como crear la expectativa de “algún día lo lograrás”, enredar
con las afamadas cifras, o “vender” ciertos casos de “éxito”, se han convertido
en modalidades que desvían, entretienen y obnubilan.
Por fortuna,
hace algunas décadas se cayó en la cuenta de los trabajos y enfoque de un
estudioso nacido en Santiniketan, en el noreste de India, en 1933: Amartya
Kumar Sen.
Aunque los
esfuerzos teóricos de Sen anteceden al propio punto de partida del Informe de
Desarrollo Humano, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, es a
partir de 1990 (más de dos décadas después de iniciarse su publicación) cuando
Sen acepta participar en la preparación del referido documento.
El principal
aporte de Amartya Sen es agrupar las teorías del desarrollo humano en dos
grandes grupos: uno que él denomina el de las “teorías duras del desarrollo,
que consideran el desarrollo como un proceso estrictamente económico, que
requieren un gran sacrificio de la generación actual”; y otro que el estudioso llama
de las “teorías amables del desarrollo”.
Según el
reputado economista, en ese segundo grupo se considera el desarrollo “como un
proceso amigable, destacando la cooperación entre los individuos y para consigo
mismos”. Como es fácil notar, se trata de superar ese acostumbrado rol pasivo,
ese acomodamiento ante supuestas buenas intenciones, para pasar a promover y
lograr la participación activa de personas que identifican oportunidades para
mejorar sus vidas.
Amartya Sen
incluye en esa modalidad “las reflexiones sobre el desarrollo sostenible, las
teorías del capital humano y capital social, el enfoque de la satisfacción de
las necesidades humanas y, finalmente, el desarrollo humano”.
Inscribirse
en esa modalidad implica identificar y caracterizar la situación actual,
especificar y definir el futuro deseado, conciliarlo con los futuros posibles,
precisar las potencialidades con que se cuenta como punto de partida, agenciar
lo que hace falta para echar a andar el proceso, propiciar las alianzas que
faciliten el avance y dar adecuado seguimiento al transcurso de esa marcha.
Eso implica
superar las distracciones y poner foco en los propósitos. Eso implica decisión
para iniciar la marcha, amplitud de enfoque para disfrutar el proceso y
suficiente entendimiento para saber, como ha dicho Mandela, que “Después de
escalar una montaña muy alta descubrimos que hay muchas otras montañas por
escalar”. Eso implica reaprender a completar la expresión: fiesta y mañana…