Por Néstor Estévez ¿Has escuchado aquello de que la vaca no da leche? Se trata de un cuento que aporta una valiosa enseñanza. En el mism...
Por Néstor Estévez
¿Has
escuchado aquello de que la vaca no da leche?
Se trata de
un cuento que aporta una valiosa enseñanza. En el mismo se hace alusión a lo
que un campesino contaba a cada uno de sus hijos al cumplir doce años. Aquel
hombre consideraba que ese era el momento más apropiado para que la lección
lograra su cometido.
El regalo de
los doce años era compartirle a cada vástago lo que él llamaba “el secreto de
la vida”. Para sorpresa de sus hijos, les ofrecía con una extraña información:
“la vaca no da leche”. Luego, para ayudarlos a superar el asombro, el hombre
humilde entraba en detalles.
"La vaca
no da leche. Tienes que madrugar todos los días, sin importar que sea tu
cumpleaños, si amaneció lloviendo o si es fiesta nacional. Debes salir al campo
y caminar por el corral lleno de excremento, acercarte a la vaca, atarle la
cola y las patas. Luego debes aplastarte o sentarte en un banquito, colocar un envase
y comenzar a ordeñar. Ese es el secreto de la vida: la vaca no da leche. O haces
todo eso o no la consigues".
Ese cuento
hace pensar en otra vaca que tampoco da leche. Es como para hacer otra leyenda
con ella. Es un adorno que ha escogido la alcaldía del municipio de Sabaneta,
en la provincia Santiago Rodríguez.
Se trata de
un trabajo escultural que consiste en dos vacas colocadas en un espacio público
en la salida oriental de la ciudad, pintadas con colores muy vistosos. El decorado
incluye siembra de especies ornamentales, remodelación del entorno, pintura de
edificios, murales en paredes y otras acciones con las que la actual gestión
municipal intenta marcar una diferencia.
Como suele
ocurrir en esos casos, no han faltado las críticas, infundadas o no, así como
tampoco la negativa de algunos vecinos para sumarse a la iniciativa. Desde gente
que cuestiona el color de las esculturas hasta quienes alegan la necesidad de
cambios en las prioridades del gobierno local, han sobrado los “expertos” en el
asunto.
Aunque el
tema ha sido “comidilla” para muchos, también merece que lo usemos para ir un
poco más allá de quienes acostumbran a “tomar el rábano por las hojas”. Esto
sirve para, igual que aquel humilde hombre de campo, destacar y aprovechar
algunas lecciones.
1.
La marca territorial se ha vuelto una
valiosísima herramienta diferenciadora de lugares que deciden impulsar sus
atractivos con vistas a generar riqueza y prosperidad.
2.
Reputados especialistas en el tema
recomiendan que la marca territorial apele a lo emocional, al tiempo libre, a
aspiraciones que conecten con sensaciones positivas en los receptores de los
mensajes.
3.
Cuando una marca territorial ha sido
bien trabajada, preferiblemente involucrando a especialistas y a la mayor
diversidad posible de la población, resulta relativamente fácil alinear las
acciones que la soportan.
4.
Los elementos visuales tienen un
altísimo poder para impactar en los destinatarios de los mensajes relacionados
con la marca territorial. En consecuencia, son determinantes para fijar en las
mentes de las personas ideas vinculadas a visitar, volver y hasta quedarse o por
lo menos invertir en el territorio.
5.
Se “cae de la mata” que la marca ha
de conectar con los potenciales que estratégicamente hayan sido escogidos y
priorizados de cara a mover a quienes se involucrarían activamente en el proceso
de construcción del futuro deseado y posible para el territorio.
Aunque la
otra vaca, la del segundo cuento, que tampoco da leche, está referida a un caso
específico, lo real es que ofrece lecciones que muy bien pueden ser aplicadas
en diversos esfuerzos aislados, y hasta con grandes potenciales, en otras
localidades dominicanas.
Lo importante
es aprovechar atinadas técnicas de comunicación y branding para promover la
imagen de los territorios. Lógicamente, esa imagen debe contar con el respaldo
de un plan y sobre todo con la realidad que encontrarán quienes se sientan
atraídos por ella.
Un tema clave
es que aspectos como la cultura, los valores, la atención al visitante, entre
otros, han de implicar a los seres humanos del territorio. En definitiva, de esa
otra vaca se puede conseguir leche y mucho más. Depende de qué hagamos con
ella.