Por Néstor Estévez Es muy común encontrar a entidades gubernamentales interfiriendo con otras al realizar trabajos en un mismo territorio....
Por Néstor Estévez
Es muy común encontrar
a entidades gubernamentales interfiriendo con otras al realizar trabajos en un
mismo territorio.
A todas luces, eso
se convierte en fuerte traba para avanzar. Es una de esas grandes limitaciones
que encontramos en sociedades en donde el denominado “pan y circo” marca su pobre
dinámica.
Por eso es tan común
que, por ejemplo, acabando de reparar una calle, aparece alguien abriendo una
zanja que, además de pasar mucho tiempo abierta, cuesta “un ojo y la mitad del
otro” que vuelvan a taparla y a pavimentar.
Son claras evidencias
de sociedades con importantes tareas pendientes. Son claras señales de
sociedades en las que se confunde planificar, en el mejor de los casos, con una
lista de acciones. Son claras muestras de sociedades con muy bajos niveles de
vida.
En el caso de la
República Dominicana, aunque hayamos tenido que esperar doce años para cumplir
un mandato constitucional, que ya cuente con una Ley de Ordenamiento
Territorial, Uso de Suelo y Asentamientos Humanos, ha de ser lo suficientemente
motivante como para renovar la confianza en que podremos lograr mejoría de
vida.
Si de verdad se
desea que sigamos avanzando, urge que los próximos pasos estén orientados al
impulso de mecanismos de articulación, coordinación y corresponsabilidad entre
los distintos niveles de gobierno, orientados a la construcción de una adecuada
gestión de la cosa pública.
Eso nos
colocaría en camino a lograr que, desde la administración pública orientemos,
tanto al sector privado como a cualquier otro estamento que incida en los
territorios, a actuar con esclarecido criterio a la hora de ejecutar acciones
con algún grado de repercusión en el entorno.
Eso nos ubicaría
a las puertas de la consumación de otra vieja aspiración que también es tarea
pendiente: el poder local. Así nos encaminaríamos a que, desde los gobiernos
locales también se opere en base a la prestación de servicios públicos de
calidad e implementación de políticas orientadas hacia lograr real mejoría de
vida en los territorios.
Eso serviría
para alcanzar una etapa en la que las decisiones estén basadas en criterios
relacionados con real avance en la mejoría de vida, y no en el impacto que se
pueda generar en los votantes del siguiente proceso electoral.
Eso ayudaría a
entender que el aspirado desarrollo no se corresponde con ciertas actuaciones
mesiánicas que hasta llegan a disfrazarse de caridad. Eso nos encaminaría de
manera significativa a la práctica de un ejercicio democrático en donde, además
de asumir la función pública como servicio, la misma estaría supeditada a la
idoneidad de quienes a ella aspiren.
Si de verdad se
quiere superar las acciones populistas que se alimentan de la campaña
permanente, para cambiarlas por gestiones enfocadas en real mejoría de vida
para la ciudadanía mandante, y no en el pago de ciertos favores de campaña con
los recursos obtenidos de los impuestos, urge que encontremos mejores maneras
de gestionar la cosa pública.
Si en otras
partes del mundo han logrado avanzar con verdadera mejoría de vida, ya está
bueno de que se nos entretenga por tanto tiempo con acciones que solo buscan desviar
la atención y hacer olvidar o por lo menos posponer las decisiones que generarían
los cambios que han de marcar verdadera diferencia en nuestra sociedad.
Con articulación
territorial, además del significativo aumento en eficiencia del sector público
y de norte claro tanto para planificar como para ejecutar, se logra la
integración de todas las entidades de distintos niveles de gobierno y de los
sectores con incidencia en los territorios de cara a una mejor ejecución de planes
y actividades en favor de la población.
Es así como, en
términos presupuestarios, la articulación territorial sirve como virtuosa
estrategia de gestión pública que ayuda a armonizar políticas e integrar
esfuerzos que garanticen la efectividad de la intervención del Estado para obtener
resultados reales en beneficio de la población.
En definitiva,
ya es tiempo para que el énfasis de las decisiones públicas se concentre en la
mejor manera de aprovechar las potencialidades y diversidades territoriales para
que, con cohesión y articulación territorial, se mejore su rendimiento y
eficacia y se propicie mejores condiciones de vida para las personas.