Por Néstor Estévez Víctor Ramos, uno de los muchos músicos de mi pueblo, además de destacar con su “cachimbo”, como prefería llamar al sax...
Por Néstor Estévez
Víctor Ramos, uno de los muchos músicos de mi
pueblo, además de destacar con su “cachimbo”, como prefería llamar al saxofón,
dedicó buen tiempo a enseñar música en el liceo Librado Eugenio Belliard.
Aunque falleció hace muchos años, desde su
“vamos a jugar con el pentagrama, vamos a pasear por las melodías…” hasta su
muy conocida relación con el “romo”, son estampas todavía frescas entre sus
estudiantes y gran parte de sus colegas.
Además de enseñar que “música es el arte de
combinar los sonidos y el tiempo”, aquel maestro se empeñaba en dejar bien
clara la idea de que la música desborda el simple salpicado de los estados de
ánimo de las personas.
Hay quienes destacan el papel de los tonos,
según sean mayores o menores, en el estado de ánimo de quien escucha. A ello ha
de sumarse todas las posibilidades de sentimientos con que se puede asociar
cada variación lograda con solo siete notas y dos alteraciones.
Como muy bien se sabe, desde la que se usa para
relajación hasta la que “nos pone a millón”, incluyendo la que nos acompaña
para entrenar o simplemente para realizar diversos oficios, la música suele
tener efectos tanto en estados de ánimo como en nuestras acciones y hasta en
las consecuencias.
Una característica común a la generalidad de
las actividades humanas es el aceleramiento. El mundo del espectáculo, que
termina siendo el todo para la inmensa mayoría de la gente, es una de las más
claras muestras de ello. Así lo deja ver lo sucedido con la artista colombiana
Shakira, a partir de su más reciente tema musical.
La barranquillera le ha sacado partida a su
ruptura sentimental y lo ha hecho aliándose con un joven argentino, un DJ y
productor discográfico de 24 años, quien inició carrera a sus 19 y es conocido
por su serie de videos BZRP Music Sessions.
Con los cambios en el mundo del disco, el récord
que tenía Luis Fonsi, con Despacito, ha sido roto por Shakira y Bizarrap,
quienes, en las primeras 11 horas en YouTube, han logrado 25 millones de vistas
con una especie de descarga sobre la expareja sentimental de la afamada artista
del caribe colombiano, el futbolista Gerard Piqué. En las otras plataformas el
escándalo es similar y las consecuencias económicas también están rompiendo
marcas.
Shakira y Bizarrap han puesto a la moda el
verbo “salpicar”. Hasta influyentes medios aparecen forzando significados para
usar el término. Campañas de redes sociales de muchas entidades oficiales han
intentado “subirse a la ola”, si no con dicho verbo, con las alusiones a
“Clara”, la nueva pareja del futbolista.
Pero ahí no para la cosa. Reconocidas marcas
comerciales se han visto precisadas a desempolvar sus manuales de gestión de
crisis, ya sea para contener lo que pudiera hacerles daño, ya sea para sacar
provecho económico de la situación. Da la impresión de que todo ha de estar
necesariamente soportado por los términos “salpicar” y “claramente”.
Y no es que esté mal que la colombiana y el
argentino hayan incidido tanto, tan rápido y en tan diversas áreas. Lo penoso
es que mientras el tema y hasta los términos andan “de boca en boca”, en países
como República Dominicana tengamos más de la mitad de la población
desconociendo sus derechos fundamentales.
Según los resultados de un estudio dado a
conocer por el Defensor del Pueblo, solo un 3.25 % de las personas consultadas respondió
que conoce todos los derechos, 29.96 dijo conocer varios, 8.36 conoce al menos
uno y (4%) decidió no responder a la pregunta. El resto, ni idea.
Como se ha de recordar, la Constitución
dominicana dedica el título dos completo, con casi veinte páginas, a derechos
como vida, libertad, salud, igualdad, alimentación, educación, libertad de
expresión, vivienda, trato digno y no discriminación, así como a garantías y
deberes fundamentales.
El quid del asunto estriba en precisar el rumbo
de seres humanos que podrían referir “con pelos y señales” los detalles de una
ruptura entre dos personas, pero apenas evidencian una idea muy remota, si es
que la tienen, sobre temas esenciales para mejorar su vida y las de los suyos.
¿A quién o a quiénes les convendrá que el
bienestar solo nos salpique y que las posibilidades de avanzar no sean vistas
claramente?