Por Néstor Estévez Cuentan que el asunto viene desde la vieja Roma. Dicho de otro modo, eso de entretener -y no precisamente para genera...
Por Néstor Estévez
Cuentan que el asunto viene desde la vieja Roma.
Dicho de otro
modo, eso de entretener -y no precisamente para generar diversión, sino con el
propósito de que alguien desvíe su atención de lo esencial- es una técnica que
podríamos considerar bastante vieja.
Según
cuentan, la han aprovechado muchísimos mal llamados líderes desde la
antigüedad. En aquellos tiempos, grandes celebraciones y hasta el decreto de
días festivos servían para “tirar la puerta por la ventana”, con tal de tener
entretenidos a quienes menos pensaban y, en especial, a quienes podrían
representar algún escollo.
Dicen que en
Egipto se repartía grano y cerveza, así como pan y vino, en Grecia y Roma. Como
se puede notar, con “jartura y borrachera”, aunque todo anduviera “manga por
hombro”, las masas eran entretenidas y se olvidaban de cualquier problema o
necesidad real.
De esa etapa
se ha heredado el tristemente famoso “pan y circo”, recurso de uso muy común
cuando se trata de encubrir problemas y dirigir el favor de las masas hacia
determinados propósitos. En suma, mientras menos se dedique alguien a pensar,
más fácilmente resulta víctima de manipulación por parte de quien tenga “la
sartén por el mango”.
La expresión
"pan y circo" tiene sus raíces en la antigua Roma, específicamente en
el período del Imperio Romano. La frase en latín original es "panem et
circenses", acuñada por el poeta romano Juvenal, en sus Sátiras en el
siglo II d.C.
Juvenal
utilizó esta expresión de manera crítica para describir la táctica política de
los emperadores romanos de su tiempo, quienes buscaban mantener el control y
apaciguar a la población mediante la distribución de alimentos (pan) y la
organización de entretenimientos masivos, como los juegos de circo en el Coliseo
de Roma.
La expresión
"pan y circo" se ha mantenido a lo largo de los siglos y se utiliza
para referirse a la estrategia de distraer o satisfacer a la población con
entretenimiento y beneficios materiales superficiales, mientras se descuidan o
ignoran cuestiones políticas, sociales o económicas más importantes.
Solo que ya
ni siquiera se incluye el “pan”. Ahora con “circo” resulta más que suficiente
para evitar que mucha gente “caiga en la cuenta”. Incluso, en el denominado
“primer mundo”, ya es muy común encontrarse con situaciones que se consideraban
reservadas para esas zonas marginales con las que parecía muy lógico que hasta
se consideraran apropiadas para determinados ensayos. Y si no, solo es asunto
de echar una brevísima ojeada al precedente de que, en Estados Unidos, por
primera vez, un exmandatario que aspira a volver a serlo afronte una acusación
federal.
Por eso
ahora, la apetecida “viralidad” se fundamenta de manera casi exclusiva en la
ridiculez. Por eso, de manera creciente, lo estrafalario es “vendido” como si
se tratara de notabilidad. Por eso es “noticia” que dos congresistas
protagonicen una discusión con expresiones que desdicen de la investidura de
sus posiciones.
Por eso en la
península itálica, primero con Tito y después con Berlusconi, con casi veinte
siglos entre ambos, entretener ha servido para acciones que van desde hacer
olvidar hasta embaucar, en ambos casos, con el objetivo de lograr los
propósitos particulares y a costa del perjuicio para los demás.
Por eso,
mientras “bailemos la música” que nos pongan le será muy fácil a mucha gente
con muy escasos talentos –y mucho menos valores- seguir obteniendo gran
provecho con todo aquello que logren disfrazar para perjudicar a la
colectividad.
Y no es que
no haya remedio. Ahora, será muy difícil conseguirlo y mucho más, todavía,
aplicarlo, si no atinamos a detenernos y preguntarnos. Con una sola pregunta,
de entrada, sería suficiente para encontrar orientación.
Con comenzar
a preguntarnos “para qué”, el camino estará a nuestros pies. Pero no cualquier
camino. Estaremos en la senda que conduce a descubrir propósitos en tantas
acciones orientadas a distraer, entretener y manipular. Y lo que es más
importante aún: lograríamos el foco que ilumina la senda para el real avance.