Por Néstor Estévez VER VIDEO CLIC AQUI Lo importante no es qué nos pasa. Lo realmente importante es lo que hacemos con lo que nos pasa....
Por Néstor Estévez
Lo importante no es qué nos pasa. Lo realmente
importante es lo que hacemos con lo que nos pasa.
Franklin, esa tormenta tropical con rara
trayectoria, para quien así lo escoge, ofrece algunas lecciones que nos ayudan
a comprender y hasta a sobreponernos a la compleja etapa en que nos ha tocado
vivir.
Desde las primeras informaciones relacionadas
con Franklin, la diversidad ha caracterizado las actitudes de nuestra gente en
torno al fenómeno natural. Tenemos gente que sigue “en Belén con los pastores”.
Hay quienes se desesperan y comienzan a actuar bajo el desenfoque que eso
produce. Están quienes tienen como “deporte” la extravagancia y las actuaciones
arriesgadas. Y no falta quien se mantiene al asecho, en actitud de sacar
provecho a la primera oportunidad.
Desde medios tradicionales hasta diversas redes
sociales han mostrado ese amplio abanico de acciones. A pesar del llamado oficial,
mucha gente escogió acciones que van desde simplemente bañarse bajo lluvia hasta
consumir alcohol y bailar al ritmo del Dembow al aire libre. Otros escogieron
desde montar bicicletas hasta hacer maniobras en vehículos 4x4.
En medio de ese variopinto panorama sobran las
“informaciones” que ofrece cada “sabelotodo”, especie muy abundante en la
actualidad, que “le entra” a cualquier tema, aunque no conozca “ni jota” sobre
el mismo. Por supuesto, también están quienes realmente cuentan con información
verdadera y útil para la ocasión. El problema estriba en la dificultad que
evidencia la inmensa mayoría para establecer la diferencia entre unos y otros.
Por ello resulta sumamente útil recordar que
cada acción nuestra tiene como origen un mensaje que, aunque no logremos
identificarlo con facilidad, incidió en nuestra capacidad para entender y nos
movió hasta lograr concreción.
Vista esa manera de proceder, resulta de
altísimo valor y hasta se vuelve urgente aprovechar el paso de la tormenta
Franklin para aprender a gestionar los mensajes que marcan el rumbo a nuestras
acciones y a lo que habremos de afrontar como consecuencias.
En tiempos marcados por tanta desinformación, algunas
preguntas y sus posibles respuestas resultan de alto valor para identificar
esas “vías de escape” que nos llevan a errar en situaciones en las que nuestras
actuaciones debieran contar con el más alto nivel de racionalidad.
Cuando te quieres enterar de algo, ¿dedicas
tiempo para verificar las fuentes de los mensajes que te llegan? Asegúrate de
obtener información de fuentes confiables y verificadas. Busca fuentes reconocidas
y contrasta la información con diversas fuentes para que puedas lograr una idea
completa, precisa, real y útil antes de actuar.
¿Eres de quienes creen lo primero que les llega
o consultas fuentes oficiales? Las fuentes oficiales, como los sitios web de
agencias gubernamentales o de organizaciones internacionales, suelen
proporcionar información confiable y actualizada. Verifica siempre la fuente
antes de creer en una noticia. Y todavía más, cuando una de esas fuentes te
ofrece información que luego resulta falsa, ponla en observación, y si vuelve a
hacerlo mándala a “lista negra”.
¿Evalúas la credibilidad de la fuente? Aunque
es un proceso que puede requerir cierto nivel de especialización, ahora existen
muchas vías y abundantes recursos para investigar la reputación y la
credibilidad de las fuentes antes de confiar en su información. Busca señales
de objetividad, transparencia y profesionalismo.
¿Te dejas embaucar fácilmente o te consideras
una persona escéptica? No creas en todo lo que lees o escuchas, ni siquiera en
todo lo que ves. Antes se recomendaba ser como Santo Tomás: ver para creer.
Pero cada vez hay más recursos para engañar. Despierta tu sentido crítico y
cuestiona la información antes de aceptarla como verdadera. Examina los sesgos
potenciales y busca evidencia que respalde cada mensaje que te llega.
¿Te quedas con lo primero o te animas a
confirmar? Confirma, preferiblemente con fuentes creíbles conocidas. Si
encuentras información que te genera dudas, busca la opinión de expertos en el
tema. Los profesionales capacitados pueden proporcionarte información precisa y
ayudarte a comprender mejor los hechos.
¿Te fijas en las fechas? Igual que con los
medicamentos y alimentos perecederos, la revisión de las fechas es fundamental
antes de dar crédito a los mensajes. Hay gente, desde ingenua hasta perversa,
dedicada a “sacar del baúl” información vieja. Para evitar engaños, verifica
las fechas. Asegúrate de que la información sea actual y relevante. Las
noticias desactualizadas o información obsoleta pueden llevar a malentendidos y
confusiones.
Finalmente, ¿eres de esa gente que “le da
pa’llá” y comparte todo lo que le llega? ¡Cuidado! Es posible que lo hagas con
la mejor intención, pero hay gente perversa detrás de eso. Evita que te usen.
Verifica bien antes de compartir lo que te llega. Por más disfrazado de noticia
o información que esté un mensaje, lo más aconsejable es verificar su
veracidad. Así se logra poner freno a la desinformación.
En tus manos está actuar para bien o para mal.