Por Néstor Estévez La denominada Era de Lilís es un período histórico cargado de aleccionadoras anécdotas para la República Dominicana. ...
Por Néstor Estévez
La denominada
Era de Lilís es un período histórico cargado de aleccionadoras anécdotas para
la República Dominicana.
Entre esas historietas
destaca lo ocurrido con la instalación del ferrocarril entre La Vega y Sánchez.
La obra, a decir de estudiosos, representó una verdadera transformación para la
región y también para el país.
Comenzó
generando ingresos para personas que encontraron empleos en su construcción y
para otras que indirectamente lograron oportunidades relacionadas con aquellas
primeras. Los agricultores celebraban la facilidad y agilidad para trasportar
sus productos. La obra dio origen al surgimiento de nuevos conglomerados
humanos. Se propició un notable incremento de las exportaciones. En fin, el
ferrocarril marcó un antes y un después para la República Dominicana.
Pero no todo fue
felicidad. Los dueños y trabajadores de recuas perdían razón de ser. Cuentan
que algunos lograron mantenerse, pero solo para transportar cargas a distancias
cortas. En esa nueva etapa, a lo más que llegaban era a transportar pequeñas
cargas hasta algún punto por donde pasaba el “camino de hierro”.
Como se puede
notar, por más generalizada que sea la celebración de un logro, alguien resulta
llevando las de perder. En situaciones regulares ocurre con quienes tienen
limitada visión o no alcanzan a prepararse a tiempo para lo que viene.
Para aquel
tiempo, penúltima década del siglo XIX, los cambios ocurrían a velocidades muy
diferentes a las que solemos vivir en la tercera década del siglo XXI. En aquel
tiempo era mucho más sencillo alcanzar a ver.
Los cambios
actuales ocurren en un entorno dominado por sobreinformación. Quienes parecen
más hábiles, dispuestos a vender hasta a su propia madre, usan la confusión
generada como herramienta para aprovecharse de esa imposibilidad para procesar
tanto en tan poco tiempo. Es así como la abundante perversidad se pavonea al
lograr tantas decisiones de gente que no logra conectar sentimientos y
pensamientos con las decisiones que toma, con las acciones que realiza y mucho
menos con las consecuencias que cosechará.
Eso ha provocado
que las transformaciones que estamos viviendo, aunque están ocurriendo en muy
poco tiempo, den la sensación generalizada de normalidad. Nos han ido
acostumbrando a asumir ciertas cosas como parte de la “nueva normalidad”.
Cuando todavía
la revolución industrial era novedad, recueros dominicanos vieron tiradas por
la borda sus posibilidades de contar con algo “para vivir” y posiblemente para
algo más. En tiempos de la Inteligencia Artificial, ¿cuántos oficios y modos de
ganarse el sustento están en vía de extinción?
¿Hasta cuándo
podrás obtener beneficios con lo que haces y como lo haces? ¿Tiene “futuro” eso
que te gusta o eso que estudias? Tu emprendimiento, ya sea de bienes o
servicios, ¿hasta cuándo podrá ser rentable? Esa idea que te parece novedosa,
¿ya existe como realidad? Son solo algunas de las múltiples preguntas que se
han vuelto obligatorias y “permanentes” ante un entorno tan extremadamente
cambiante.
Una simple
ojeada a la actualidad sirve como muestra para caer en la cuenta. En
California, por ejemplo, hasta hace poco existían limitaciones de horario para
la circulación de taxis sin conductor. Hace algunos días, los reguladores otorgaron
luz verde para que las empresas Waymo y Cruise, que ofrecen ese servicio,
operen las 24 horas del día en San Francisco.
Y no ha de
asombrar: aunque hay varias compañías incursionando en el tema, Waymo pertenece
a Alphabet, la propietaria de Google. Sencillamente, quienes han alcanzado a
“ver un poco más allá” y han puesto “manos a la obra” de cara a aprovechar
oportunidades, le “sacan partido” a todo lo que esté a su alcance.
El tema se
vuelve más complejo porque desde hace unos años se ha venido trabajando en
lograr que la inmensa mayoría de las personas respondamos a los estímulos con
nuestro lado animal, con instintos y emociones, no con razones. Eso ha servido
como preámbulo para alcanzar otro peldaño mucho peor: ahora “predicen” las
respuestas a los estímulos vilmente diseñados por quienes, sin saber lo que
tienen entre manos o muy conscientes de ello, no escatiman medios para lograr
fines.
Revisa lo que
haces para generar ingresos. ¿A quién te asemeja más, a los recueros o a los
del ferrocarril de la Era de Lilís?