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Por Néstor
Estévez
En estos días
hemos tenido Universidad de Columbia “hasta por los codos”.
Bueno, no
tanto Universidad de Columbia; hemos tenido “hasta en la sopa” que una muchacha
dejó con la palabra en la boca al presidente Luis Abinader en esa universidad
estadounidense.
Como suele
ocurrir ahora – y la velocidad a que circulan los mensajes tiene mucho que ver
con ello- han salido a relucir muchas informaciones sobre la referida joven.
Desde preferencia sexual hasta su identificación con determinadas causas han
pasado a ser contenidos de manejo colectivo.
Pero, aunque
a mucha gente le interese lo que debiera ser de exclusividad personal para esa
chica y quizás para sus familiares y círculo íntimo, lo ocurrido en ese
prestigioso centro de altos estudios incluye aspectos que resultan altamente
aleccionadores. Por ello, hasta para quienes ni siquiera han tenido referencia
sobre esa universidad, esta oportunidad abre puertas para hacernos de cuenta que
estamos “estudiando en Columbia”.
Iniciemos por
la joven muchacha que se ha convertido en centro del tema. De Lizzy
George-Griffin se ha dicho que procede de Chicago y que estudia Relaciones Internacionales
en la Universidad de Columbia. Cuentan que, gracias a las características de su
interacción de este lunes con el presidente de la República Dominicana, Luis
Abinader, Lizzy ha logrado aumentar significativamente la cantidad de gente que
la sigue en redes sociales.
Y no ha de
parecer raro que eso ocurra. Es muy propio de esta etapa caracterizada por
tanta sobreinformación, que algunos preferimos llamar infoxicación. Recordemos
que ahora la perversidad se pavonea al lograr tantas decisiones de gente que no
logra conectar sentimientos y pensamientos con las decisiones que toma, las
acciones que realiza y mucho menos con las consecuencias que cosechará.
Recordemos
que, para la inmensa mayoría, ahora la notoriedad ha eclipsado a la
notabilidad. Por eso ahora, “estar alante” es llamar la atención, sin importar si
se trata de acciones deleznables o denigrantes. Por eso ahora mientras más
reñida con las buenas costumbres esté una acción, más posibilidades tiene de
lograr “viralidad” y de convertir a cualquiera en “influencer”.
En este caso
concreto, una muchacha ha logrado notoriedad aludiendo temas relacionados con discriminación,
racismo y la crisis humanitaria en Haití. Pero, observemos bien, no son los
temas los que han provocado la notoriedad. Han sido las malas maneras que la
han “convertido en famosa”.
Primero,
quien pregunta debe escuchar la respuesta, y ella no dejaba desarrollar la idea
del entrevistado. Segundo, eso de dejar con la palabra en la boca el presidente
de un país, más si se trata de un invitado de tu universidad, dice mucho de
quien así se comporta. Pero todavía más, los buenos modales han de caracterizar
a cualquier persona, independientemente del rango de quien interactúa con ella.
Otros ámbitos
aleccionadores están relacionados con el entorno y el contexto. El desagradable
episodio tuvo lugar durante el Foro Mundial de Líderes, actividad organizada por
la Universidad de Columbia, en Nueva York, Estados Unidos, aprovechando la presencia
de mandatarios de todo el mundo en esa ciudad.
Estamos
hablando de una universidad que enarbola con orgullo su oferta de programas
académicos, en tres escuelas de pregrado, trece escuelas profesionales y de
posgrado, un centro médico de renombre mundial, cuatro colegios y seminarios
afiliados, veinticinco bibliotecas y más de cien centros e institutos de
investigación.
Estamos
hablando de un centro de altos estudios que, entre exalumnos, profesores,
profesores adjuntos, investigadores y administradores, exhibe 86 ganadores del
Premio Nobel en algún momento de sus carreras.
Con todo y
esas luces, el triste episodio protagonizado por esa chica vierte lodo sobre
ella, afecta negativamente la imagen de su universidad y daña a quienes no
logran establecer diferencia entre notoriedad y notabilidad.
Ese triste
episodio ha de ser aprovechado para hacernos preguntas: ¿Realmente escucho con
atención a los demás? Cuando comunico, ¿lo hago para buscar entendimiento con
alguien o para manipular, agredir y hasta dañar? Los “referentes” que tenemos
en los medios que seguimos, ¿tienen algo de parecido con esa muchacha?
Con este
triste episodio tenemos oportunidad para aprender, aunque no estemos estudiando
en Columbia.