Por Néstor Estévez Todo va demasiado rápido. Hace poco escuchábamos los anuncios a propósito de la cercanía de la Navidad, sin embargo, ya...
Por Néstor Estévez
Todo va demasiado rápido. Hace poco
escuchábamos los anuncios a propósito de la cercanía de la Navidad, sin
embargo, ya ha terminado enero.
Ante esa realidad, una de dos: nos dejamos
arropar por la velocidad, sabiendo o no que eso hace algo más que difícil
mantener el equilibrio y atinar con lo que hacemos, o procuramos entender y
alcanzar a ver, como puntos fundamentales para lograr propósitos.
Esa lógica aplica de manera personal y
colectiva. Pero aplica de manera muy particular para los territorios. En
términos personales, cada quien termina cosechando lo que siembra. En una
organización, sin importar que sea pública o privada, se suele tener cerca a
alguien que incide. Pero en los territorios se ha vuelto norma que quien
alcanza a ver las oportunidades procura alzarse “con el santo y la limosna”, y
lo hace independientemente de consecuencias.
En Santiago Rodríguez tenemos un territorio con
diversos potenciales. Entre esos potenciales destacan la diversidad climática y
el carácter acogedor de nuestra gente, como elementos palpables de otros
recursos endógenos que aguardan a ser adecuadamente explotados.
Los santiagorrodriguenses manifestamos alto
orgullo por mantener vivo el legado de quien armó el proyecto que logró
restaurar la Independencia Dominicana (el general Santiago Rodríguez), pero
también lo mostramos por ser productores de la mejor leche del país.
En Santiago Rodríguez se cuenta con diversidad
de productos agrícolas, con preponderancia de la yuca amarga destinada a la
fabricación de casabe y otros subproductos. Aunque se cultiva y procesa yuca en
toda la provincia, Monción es “La capital del casabe”. La laboriosidad y la
capacidad de emprendimiento de la comunidad moncionera son notables atributos
del antiguo “Guaraguanó”.
El lugar que fuera sede de la memorable
Convención de Los Almácigos, el 6 de marzo de 1863, como preámbulo decisivo
para el Grito de Capotillo, el 16 de agosto de ese mismo año, destaca por su
mercado ganadero, la producción de frutos menores y cultivos de altura y clima
fresco.
En San Ignacio de Sabaneta, municipio que
encabeza la provincia, se puede encontrar desde el frío que caracteriza al
parque nacional José Armando Bermúdez, en el sur, hasta el bosque seco en donde
Santiago Rodríguez limita con Valverde y Monte Cristi.
Las riquezas naturales de Santiago Rodríguez
tienen en la cumbre la calidad de su gente. La dedicación por los estudios, una
vastísima hoja de trabajo cultural y la exaltación de valores que inspiran, son
solo algunas características de los habitantes de una provincia a la que se
conoce como cuna de músicos. Es muy difícil encontrar una orquesta de las
principales de República Dominicana que no tenga por lo menos un músico de
Santiago Rodríguez.
Quizás esas características de esta tierra y de
su capital humano sean la explicación para que en el 2008 un grupo de personas
inquietas viera en una expresión como el abrazo el símbolo para promover la
unidad y el avance, una justificación para encontrarse y saber de los suyos, un
argumento para pasarla bien y para estimular bienestar colectivo y verdadera
felicidad.
Así nació el Abrazo Sabanetero. Se decidió
aprovechar una fecha con alto significado para la zona y para el país: la
Sublevación de Sabaneta, hecho ocurrido el 22 de febrero de 1863, con el que se
marcó el inicio de la Gesta Restauradora de la República Dominicana. Eso motivó
que el domingo 22 de febrero de 2009, en el parque Mirador Sur de la capital
dominicana, celebráramos el primer Abrazo Sabanetero.
La semilla cayó en tierra buena. En el verano
del 2011, un grupo de santiagorrodriguenses residentes en Estados Unidos decidió
celebrar en el parque de la marina de Dyckman, en Mahattan, el primer Abrazo
Sabanetero en Nueva York.
Desde la Gran Manzana hasta el propio
territorio han sido escenarios para renovar el orgullo por nuestra patria
chica. Incluso, en tiempos de pandemia, la virtualidad fue aprovechada para
mantener y alimentar los vínculos de que se precisa en tiempos de cambios tan
fuertes y acelerados.
Algunos, incluyendo autoridades y empresarios,
todavía no han logrado entenderlo. Pero en esa iniciativa tenemos una valiosa
estrategia para operar acorde con los tiempos actuales. Si a ese sano compartir
le sumamos esclarecida visión y asunción de compromiso, ahí tenemos un abrazo y
algo más.