Por Néstor Estévez ¿Quién no recordará una mirada materna que no necesitó palabras para expresar un mensaje? Y así como la podremos record...
Por Néstor Estévez
¿Quién no recordará una mirada materna que no necesitó palabras para
expresar un mensaje? Y así como la podremos recordar de la madre, ocurre lo
mismo con el padre, con un hermano, con un maestro, con un amigo, en fin, con
diversas personas y situaciones.
Un reproche, un halago, una invitación, una advertencia, entre una larga
lista de mensajes, pueden ser perfectamente entendidos con solo “chocar
miradas”.
Reparar en ello puede resultar edificante en cualquier momento. Pero
teniendo en República Dominicana, el cinco de abril, el Día Nacional del
Periodista, y el 18 del mismo mes, el Día Nacional del Locutor, parece oportuno
adentrarnos en el tema.
Tanto locución como periodismo fueron oficios reservados, hasta hace
poco tiempo, para exclusivos profesionales de una y otra rama. Pero los cambios
que vive la humanidad, con especial énfasis en tecnologías de la comunicación y
la información, han multiplicado por mucho las oportunidades que todos tenemos
para recibir y para emitir mensajes.
Como es sencillo entender, con conocimiento y con uso de tecnología
aumentan las posibilidades de lograr propósitos. Pero cuando falta una
cualquiera de esas dos claves, y peor todavía cuando faltan ambas, regularmente
el azar –cuando no alguien con ciertas habilidades y hasta mañas- determina los
resultados.
Y todavía más: hace falta recordar que la mayor parte de esos equipos
que sirven para recibir o emitir mensajes también incluyen funcionalidades para
que alguien, sin dar la cara, se entere de informaciones que no necesariamente
enviamos.
Quienes usan esas informaciones, aunque no nos expliquen para qué,
suelen apoyarse en “la letra chiquita” y en otros mecanismos que el común de la
gente desconoce. El ejemplo más notorio de ello lo tenemos en los denominados
entornos virtuales. En el mundo digital, el uso del espacio en redes sociales,
plataformas de mensajería y otros entornos en línea deja saber mucha
información.
Pero sobre ese aspecto podríamos ampliar más adelante. Ahora solo
referiremos algunas maneras de hacer saber sin hablar y que no necesariamente
precisan del uso de modernas tecnologías. Se trata de mensajes que solo
implican el uso de algunas partes del cuerpo humano.
Esos mensajes están relacionados con la denominada comunicación no
verbal. Este tipo de comunicación incluye gestos, posturas corporales,
expresiones faciales y contacto visual. A menudo, estas señales pueden
transmitir emociones, actitudes o intenciones de manera inconsciente.
Eso explica que una simple mirada del padre o la madre, cuando es
percibida por el hijo o la hija, puede significar: “tú sabes muy bien que eso
no debe hacerse; vete a tu habitación inmediatamente porque cuando se vaya la
visita tú y yo vamos a dejar todo bien claro”. Pero también puede significar:
“¡Ese es mi hijo amado; qué bien lo estás haciendo! Me siento orgulloso de ti”.
Y todavía más: sin que ninguna de las partes tenga que decir una sola
palabra, las dos personas entienden el significado de cada mirada y la
diferencia entre ambas expresiones, así como las posibles consecuencias del
simple acto de haber tenido contacto visual.
Similar ocurre con todas esas formas de comunicación no verbal. Pues,
aunque solo hemos referido ejemplos para contacto visual, tanto los gestos, las
posturas corporales y las expresiones faciales alcanzan para escribir muchos
tomos sobre lo que implican de cara a compartir sentimientos y emociones que
toman forma de mensajes, generan contextos y situaciones entre las personas y
concluyen condicionando el futuro inmediato, el mediato y hasta a largo plazo
entre los sujetos involucrados.
Temas tan aparentemente insignificantes, como la distancia a la que se
colocan las personas a la hora de interactuar, tienen una importancia
determinante a la hora de emitir y recibir mensajes. Sencillamente, aunque para
ello cuenta mucho la influencia cultural, sin necesidad de hablar, las personas
solemos sentir comodidad o incomodidad dependiendo de la distancia física con
las demás.
Pero la “proxémica”, como se conoce este tema, también sirve para
generar o recibir mensajes vinculados a niveles de intimidad o relaciones de
poder entre las personas.
Visto esto, aquí se cuenta con muestras de lo que podemos emitir o
recibir con forma de mensajes. En suma, sin que nos dediquemos a locución o
periodismo, disponemos –aunque no lo sepamos- de valiosísimos recursos para
construir futuro.