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¿Qué pasará el 19 de mayo en RD?

Por Néstor Estévez Hace algunos años le escuché decir a un especialista en Comunicación Política: “en la República Dominicana suele verifica...


Por Néstor Estévez

Hace algunos años le escuché decir a un especialista en Comunicación Política: “en la República Dominicana suele verificarse la contratendencia”.

El estudioso respondía así a la inquietud de uno de los participantes en una jornada sobre Comunicación Política y Comunicación Gubernamental. Él se refería a que mientras en América Latina iban en auge los gobiernos con inclinación hacia la izquierda y los denominados “liderazgos emergentes”, en esta media isla no parecíamos marchar en esas direcciones.

Pero las cosas son un poco más complejas. De un lado, ya eso de izquierda o derecha ha ido cambiando bastante. Del otro, cada vez son más evidentes las razones “de peso” que suelen mover a quien hace de la actividad política el centro de su accionar. Y si faltara más, los niveles de criticidad de quienes tenemos oportunidad de escoger entre quienes aspiran hace mucho tiempo que van en picada.

Por fortuna, hay quien recuerda y hasta intenta practicar el ejercicio ciudadano que encuentra soporte en planteamientos como los del filósofo y teórico político alemán Jürgen Habermas. En su "Teoría de la acción comunicativa", este estudioso, en alusión a la democracia, refiere que no puede funcionar sin una esfera en la que los ciudadanos participen en discusiones públicas y en la toma de decisiones.

Por supuesto, Habermas no se refiere a discusiones relacionadas con el hecho de que un candidato use o no use corbata. Tampoco hace alusión a si baila bien o a si tiene “los dos pies izquierdos”. Y mucho menos a si “está bueno”.

Ya sabemos la costumbre de criticar todo desde la oposición y justificar todo desde el gobierno. También sabemos la excesiva “amabilidad” cuando se quiere llegar, y el “si te he visto no me acuerdo” luego de haber llegado. Sabemos, además, lo de “pintar pajaritos en el aire”. Pero también sabemos que “todo es hasta un día”.

Ya habían caído en la cuenta, primero Weber y luego Habermas, de la necesidad de “nuevas formas de comunidad social y de toma de decisiones políticas”, como vía para que las sociedades logren reales avances, como medio para superar círculos viciosos y lograr procesos que se asemejen a espirales virtuosas.

Claro, en donde cualquier inescrupuloso echa manos a un video viejo y presenta su contenido como actual, donde abunda gente ingenua que le cree y ayuda a difundir el mensaje, no es raro que esa “técnica” genere resultados en beneficio de quien asume la actividad política con la “avivatería” que caracteriza a quien “sabe moverse” para “conseguir lo suyo”, para colmo, con el patrocinio del fondo que pagamos todos.

En América Latina hemos tenido desde el retorno de Lula, en Brasil, hasta la asunción de Noboa, en Ecuador, o de Mulino, en Panamá, sin olvidar la reelección de Bukele, en El Salvador, entre otros. En esos casos tenemos un panorama muy variopinto. Desde un hombre con casi ocho décadas y larga trayectoria política y a quien creían con muy pocas posibilidades hasta uno con menos de cuatro y escasísima experiencia en la gestión pública. 

Pero también hay con antecedentes cuestionables en el manejo de lo público, de los denominados “sin corbata” y hasta quien ostenta el hito de ser el primer presidente "millennial" del continente, además de haber realizado su primera campaña solo por redes sociales.

El sociólogo Max Weber nos ha advertido sobre ciertas conductas en el ámbito de la acción social. En ello ha destacado actividades realizadas por individuos que tienen significado subjetivo para ellos, pero que además involucran a otros individuos. 

Para comprender esas conductas, el estudioso identificó cuatro tipos de acción social: un primero, de gente que usa a los demás para el logro de sus fines. El segundo, con personas con alto apego por lo que consideran moral o éticamente correcto. Un tercero, con quienes actúan a partir de sentimientos como alegría, ira, amor, miedo y otras emociones. Y un cuarto, con individuos que operan de acuerdo con patrones establecidos y normas culturales transmitidas a lo largo del tiempo.

Quien haya estudiado bien eso, independientemente de si somos o no “contratendencia”, ya tiene más o menos claro lo que pasará el 19 de mayo.