Por Luis M. Guzmán Con la posibilidad de un nuevo gobierno liderado por Donald Trump, resurgen las preocupaciones sobre las políticas migr...
Por Luis M. Guzmán
Con la posibilidad de un nuevo gobierno liderado por Donald Trump, resurgen las preocupaciones sobre las políticas migratorias que podrían afectar a millones de inmigrantes indocumentados en los Estados Unidos. El candidato Republicano ha utilizado a los inmigrantes indocumentados como la punta de lanza de su campaña electoral, llegándoles a tildar como "tipos malos", afirmando que "van a destruir nuestro país", que "Están envenenando la sangre de nuestro país", y que "toman nuestras escuelas, hospitales y tomarán nuestra seguridad social"
Estas expresiones falsas y sin ningún fundamento han ido polarizando y dividiendo cada vez más la sociedad americana, llenándola de temor. Trump ha asegurado que en su gobierno habría deportaciones masivas de inmigrantes, prometiendo crear una "fuerza de deportación" para expulsar a millones de inmigrantes "ilegales"
Entre los inmigrantes indocumentados se encuentran aproximadamente 78,000 dominicanos indocumentados, quienes podrían enfrentar la deportación masiva si se reactivarán medidas migratorias restrictivas y severas como las que propone Trump. El impacto de tales deportaciones no solo sería devastador para los inmigrantes y sus familias, sino que también tendría efectos significativos y de largo alcance en la economía, el tejido social y la estabilidad política de la República Dominicana.
Uno de los pilares más importantes para la estabilidad económica de la República Dominicana son las remesas que envían los dominicanos residentes en el extranjero, incluidos aquellos en situación migratoria irregular. En 2023, las remesas a la República Dominicana alcanzaron alrededor de $10 mil millones de dólares, representando cerca del 10% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Este flujo de capital ha sido fundamental para el desarrollo económico, la reducción de la pobreza y la mejora en la calidad de vida de muchas familias dominicanas.
Si se deportara a miles de dominicanos indocumentados, se reduciría considerablemente este ingreso crucial. Las familias que dependen de las remesas verían comprometida su capacidad para cubrir gastos básicos como alimentación, salud, educación y vivienda. La disminución en las remesas no solo afectaría a las familias individuales, sino que también reduciría la demanda interna en la economía, afectando directamente a sectores como el comercio y los servicios. Esto podría generar una desaceleración económica en áreas rurales y urbanas que dependen del flujo constante de dinero enviado desde el extranjero.
Presión sobre el mercado laboral y desempleo
La llegada masiva de deportados crearía una presión significativa sobre el mercado laboral dominicano. Con un desempleo ya elevado y un gran porcentaje de la población trabajando en la economía informal, la capacidad de absorber a los deportados sería limitada. Muchas de estas personas, que han vivido en los Estados Unidos durante años, podrían encontrar dificultades para reintegrarse en el mercado laboral dominicano debido a la falta de redes de apoyo, el choque cultural y las barreras burocráticas para acceder a empleos formales.
El aumento del desempleo también podría incrementar la desigualdad social y generar tensiones en las áreas más afectadas. Además, las personas deportadas podrían no tener acceso a los mismos servicios sociales u oportunidades laborales que sus compatriotas residentes en el país, lo que aumentaría su vulnerabilidad y marginación.
Reintegración social y tensiones comunitarias
La reintegración de los deportados sería un desafío significativo. Muchos dominicanos deportados podrían haber pasado años, incluso décadas, en los Estados Unidos, adoptando costumbres y estilos de vida muy diferentes. Al regresar a la República Dominicana, podrían encontrar dificultades para adaptarse a la realidad social, económica y cultural del país, lo que podría llevar a un sentimiento de desarraigo o exclusión.
Este choque cultural y las dificultades para integrarse podrían aumentar las tensiones sociales y generar problemas relacionados con la delincuencia o la desintegración social. Las comunidades receptoras tendrían que lidiar con los efectos de una inmigración forzada que podría sobrecargar los servicios sociales y las infraestructuras locales, como la educación, la vivienda y la atención médica.
Además de los problemas sociales y económicos, la deportación masiva también representaría una pérdida de capital humano para la economía estadounidense y un reto para la dominicana. Muchos de los dominicanos indocumentados en EE. UU. han adquirido habilidades, educación y experiencia laboral que no necesariamente encontrarán un espacio en la economía dominicana al ser deportados. El país perdería la oportunidad de beneficiarse de estas habilidades si no se gestionan adecuadamente los programas de reintegración y empleo para los deportados.
Esto subrayaría la necesidad de programas gubernamentales que faciliten la transición de los deportados, ofreciendo oportunidades de empleo y formación en sectores clave de la economía. Sin una estrategia clara para aprovechar este capital humano, la deportación masiva podría resultar en un desperdicio de talento y una mayor sobrecarga para la economía dominicana.
Impacto en la balanza de pagos y vulnerabilidad económica
El flujo de remesas también ha sido una fuente estable de divisas extranjeras para la República Dominicana, mejorando su balanza de pagos y ayudando a mantener la estabilidad de su moneda, el peso dominicano. Con una reducción drástica de las remesas, el país podría enfrentar desafíos económicos más amplios, como una depreciación de la moneda, dificultades para mantener las reservas internacionales y una mayor dependencia de otras fuentes de ingresos, como el turismo, que es más vulnerable a las crisis globales y a desastres naturales.
Esto incrementaría la vulnerabilidad económica del país, especialmente en tiempos de incertidumbre global. La estabilidad de la economía dominicana, que ha sido relativamente resiliente en los últimos años, podría verse comprometida por la reducción de este importante flujo de ingresos.
En términos diplomáticos, una deportación masiva de dominicanos bajo un posible gobierno de Trump podría provocar tensiones entre los gobiernos de República Dominicana y Estados Unidos. Es probable que la República Dominicana intente negociar para mitigar el impacto de las deportaciones, ya sea mediante acuerdos bilaterales para el retorno voluntario o a través de programas de apoyo económico para la reintegración de los deportados.
Además, esta situación podría generar descontento entre la diáspora dominicana en EE. UU., que ha sido una fuerza económica y política influyente, y podría provocar una reconfiguración en las relaciones bilaterales a largo plazo.
Finalmente, uno de los efectos colaterales podría ser un aumento de la migración irregular. Ante la falta de oportunidades y los desafíos de reintegración en la República Dominicana, muchos deportados podrían intentar regresar a los Estados Unidos de manera irregular o buscar otros destinos, reiniciando el ciclo de migración ilegal. Esto generaría más riesgos para su seguridad y bienestar, y aumentaría las tensiones en las fronteras y los controles migratorios.
Los daños colaterales de una deportación masiva
Una deportación masiva de los dominicanos indocumentados en los Estados Unidos bajo un gobierno de Donald Trump tendría un impacto devastador en la economía, el mercado laboral y la estabilidad social de la República Dominicana. La reducción de remesas, la presión sobre el empleo, las tensiones sociales y la pérdida de capital humano son solo algunos de los efectos colaterales que el país enfrentaría.