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Crisis Fabricadas, Consecuencias Reales, el poder del caos.

  Por Luis M. Guzmán Las crisis económicas suelen presentarse como inevitables, casi como fenómenos naturales del sistema. El economista esp...

 

Por Luis M. Guzmán

Las crisis económicas suelen presentarse como inevitables, casi como fenómenos naturales del sistema. El economista español Marc Vidal ha sugerido que detrás de muchas de estas crisis existe una arquitectura deliberada de poder, donde ciertas élites utilizan el caos para reforzar su dominio. Esta tesis es provocadora, aunque no siempre infalible.

Uno de los ejemplos que Vidal cita como parte de esta supuesta estrategia es la política arancelaria de Donald Trump. Sin embargo en sus más recientes declaraciones del propio Trump en abril de 2025, donde admite que reducirá “sustancialmente” los aranceles impuestos a China, indican que su enfoque fue más reactivo y errático que parte de una estrategia coherente.

Inspirado en el “capitalismo del desastre” de Naomi Klein, Vidal sostiene que las élites aprovechan los momentos de emergencia para imponer políticas impopulares. Aunque este análisis se sostiene en muchos casos, los cambios de postura del presidente Trump debilitan la idea de que su política arancelaria formaba parte de un plan geoeconómico calculado.

La falta de previsibilidad en las medidas comerciales tuvieron consecuencias directas: caídas en las bolsas de valores, aumento de precios en productos básicos, y una caída del poder adquisitivo de los hogares estadounidenses. Esto afectó no solo a la macroeconomía, sino también al día a día de millones de ciudadanos.

Los mercados financieros sufrieron un ciclo de incertidumbre. Fondos de pensiones y cuentas 401(k) vieron disminuido su valor, y sectores como la agricultura, la industria automotriz y la tecnología enfrentaron represalias comerciales desde China, generando una contracción de exportaciones y empleos.

Vidal también alude a actores como George Soros o los llamados fondos buitre, que se benefician de las crisis. Pero lo que hemos visto en este caso es más bien una improvisación táctica, con consecuencias estructurales que afectaron la confianza global en la política económica estadounidense.

La Reserva Federal y otras instituciones advirtieron sobre los riesgos de estas políticas. El presidente del Tesoro calificó los aranceles como 'insostenibles', y economistas de renombre alertaron sobre los peligros de una estanflación provocada por decisiones precipitadas, no estratégicas.

China, a su vez, ha tomado ventaja de esta descoordinación. En lugar de quedarse a la defensiva, ha reforzado sus alianzas globales, diversificado mercados y promovido una desdolarización paulatina, fortaleciendo su posición en el tablero económico global.

La Unión Europea y América Latina han interpretado estas políticas como señales de aislamiento estadounidense. La falta de consistencia y la presión unilateral generaron una pérdida de liderazgo y credibilidad de EE. UU. En escenarios multilaterales clave.

Aunque Vidal presenta las crisis como herramientas de reconfiguración intencional, el caso de Trump demuestra que el error también puede ser sistémico. No toda táctica es estrategia. Las consecuencias han sido reales, pero no siempre deseadas ni controladas por quienes las desencadenaron.

Ante este panorama, las propuestas de cambio siguen: monedas locales, redes descentralizadas, y nuevas formas de organización comunitaria. Frente a la fragilidad de los modelos tradicionales, se abre la puerta a una democratización económica desde abajo. Como diría Gramsci, "lo viejo muere y lo nuevo no acaba de nacer".

Las crisis pueden ser oportunidades, pero también pueden revelar improvisaciones mal calculadas. Comprender esa diferencia es fundamental para avanzar hacia una economía más justa y transparente.