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MANZANILLO: La conquista de una Sucursal del Banco de Reservas y la fuerza de un pueblo organizado

Por Frank Valenzuela Hoy, con la inauguración de la sucursal del Banco de Reservas, la comunidad no solo celebra una oficina, sino la victo...




Por Frank Valenzuela

Hoy, con la inauguración de la sucursal del Banco de Reservas, la comunidad no solo celebra una oficina, sino la victoria de la perseverancia. El Centro CEBAMDER analiza cómo la unidad y una agenda clara son el verdadero motor del desarrollo frente a promesas y olvidos.

El fruto de la paciencia: tres años de lucha por una Sucursal Bancaria
Desde la perspectiva del Centro Bahía de Manzanillo para el Desarrollo Regional (CEBAMDER), la ceremonia que hoy encabeza el presidente de la República, Luis Abinader, para inaugurar la oficina del Banco de Reservas en Manzanillo, trasciende el mero acto protocolar. Representa la materialización de un principio fundamental para el desarrollo comunitario: cuando un pueblo se organiza con seriedad, define sus prioridades y las defiende con persistencia, los frutos, aunque tarden, terminan por llegar. Esta sucursal no es un regalo, sino una conquista labrada en el corazón de la lucha cívica, un símbolo tangible de que la voz unificada de una comunidad puede mover los engranajes del poder central y convertirlos en progreso real y palpable para su gente.


La historia de esta oficina bancaria es una lección de estrategia y perseverancia. El punto de inflexión se sitúa en una fecha clave: el 22 de julio del año 2022. Ese día, una comisión del Consejo de Desarrollo de Pepillo Salcedo, en ese momento en pleno funcionamiento y aglutinando las fuerzas vivas del municipio, fue recibida en el Palacio Nacional por el propio presidente Abinader. No llegaron con las manos vacías ni con peticiones vagas; presentaron una robusta agenda con 32 temas críticos que radiografiaban las necesidades más urgentes del municipio, un documento fruto del consenso y el debate de múltiples organizaciones locales que anhelaban un futuro más próspero.


El análisis de CEBAMDER subraya un momento decisivo de aquel encuentro, un gesto que demostró la efectividad de la incidencia directa y bien fundamentada. Tras escuchar la exposición de la comisión sobre la necesidad vital de una sucursal bancaria para formalizar la economía local y evitar los costosos y riesgosos traslados a Montecristi o Dajabón, el presidente Abinader tomó el teléfono. Delante de los representantes de Manzanillo, llamó al administrador del Banco de Reservas y le dio instrucciones precisas para que iniciara los estudios y la posterior construcción de la oficina. Fue un acto de voluntad política provocado por la presión organizada y elocuente de la comunidad.


Hoy, casi tres años después de aquella llamada, Manzanillo recibe los resultados. Este logro no puede atribuirse a una sola persona, sino a la sinergia de un tejido social que decidió actuar en bloque. El Consejo de Desarrollo, como plataforma de unidad, canalizó las aspiraciones de juntas de vecinos, asociaciones de comerciantes, grupos de pescadores y ciudadanos comprometidos. Este hito es, por tanto, un motivo de profundo agradecimiento al presidente Luis Abinader, no solo por cumplir su palabra, sino por haber tenido la sensibilidad de escuchar y validar la agenda de un pueblo, demostrando que el diálogo entre gobernantes y gobernados es la vía más efectiva para construir el bienestar colectivo.
Victorias de la unidad: Más allá del Mármol del Banco
El Centro CEBAMDER enfatiza que la lucha organizada del pueblo de Manzanillo ha cosechado otros triunfos igualmente significativos, demostrando que la unidad es una herramienta de transformación poderosa. Uno de los triunfos más emblemáticos y celebrados fue la defensa de la Playa Los Coquitos. Se cernía sobre este espacio de esparcimiento popular la amenaza de su desaparición para dar paso a un astillero. El proyecto, que prometía apenas 60 empleos en un plazo de cinco años, era visto por la comunidad como una mascarada para entregar terrenos de invaluable valor costero a intereses empresariales ya establecidos en la zona, sacrificando un patrimonio colectivo por un beneficio privado y limitado.
Con una bravura memorable, el pueblo de Manzanillo se unificó en una sola voz. Las manifestaciones, las denuncias en medios de comunicación y la presión constante de las organizaciones locales crearon un movimiento social indetenible en defensa de su playa. La lucha escaló hasta que el presidente Luis Abinader, en un gesto que la comunidad recuerda como un acto de justicia, anunció públicamente que la Playa Los Coquitos no sería tocada. Su declaración, afirmando que la playa "pertenecía al pueblo de Manzanillo", no solo salvó el balneario, sino que sentó un precedente sobre la primacía del interés comunitario sobre el particular.
Otro avance fundamental impulsado por esta visión colectiva fue la formulación del Plan de Ordenamiento Territorial del municipio, un instrumento de planificación único en la República Dominicana, concebido para guiar el crecimiento de Manzanillo de forma sostenible y equitativa. Este plan, que contó con el apoyo financiero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), fue un hito en la planificación municipal del país, un ejemplo de cómo una comunidad puede y debe diseñar su propio futuro. Representó la esperanza de un desarrollo ordenado frente al caos y la improvisación que a menudo acompañan a las grandes inversiones.
Sin embargo, CEBAMDER advierte con preocupación que dicho Plan de Ordenamiento Territorial ha sido lamentablemente desnaturalizado en su aplicación. Intereses ajenos a su espíritu original han distorsionado sus directrices, convirtiendo una herramienta de equidad en un posible instrumento de exclusión. Hoy, ese plan necesita una profunda y urgente reestructuración con amplia participación ciudadana para que vuelva a ser el faro que guíe el desarrollo inclusivo para el que fue creado, una tarea pendiente que la comunidad organizada debe volver a enarbolar con la misma fuerza que defendió sus otras causas.
Como ejemplos adicionales del poder de la agenda comunitaria, se destaca el inicio de la construcción de un cementerio y una funeraria municipal. Esta era una de las demandas más sentidas y dolorosas de la población, que por décadas tuvo que enfrentar la pérdida de sus seres queridos sin un lugar digno para su descanso final. La inclusión de este punto en la agenda de temas críticos presentada al presidente fue clave para que se asignaran los recursos y se diera comienzo a unas obras que atienden directamente a la dignidad humana de los manzanilleros.
Igualmente, la lucha organizada a través de su anterior Consejo de Desarrollo consiguió la dotación de equipos esenciales para la seguridad y el bienestar de los ciudadanos. La llegada de una nueva camioneta para la Policía Nacional, un moderno autobús para el transporte de los estudiantes universitarios, una ambulancia para el municipio y un camión de bomberos son victorias concretas que mejoran la calidad de vida diaria y demuestran que la incidencia comunitaria puede resolver problemas prácticos que las administraciones a menudo pasan por alto. A esto se suma la formulación de un Plan de Catastro Municipal, paso indispensable para la seguridad jurídica y la planificación urbana.
La agenda pendiente: La lucha no se detiene en la inauguración
Desde el análisis que promueve CEBAMDER, la celebración por la nueva oficina bancaria debe ser un punto de impulso, no de llegada. Es fundamental que la comunidad de Manzanillo evite caer en una actitud contemplativa, asumiendo que las victorias pasadas garantizan el futuro. La realidad es que los desafíos más complejos y estructurales siguen sobre la mesa, formando una extensa agenda de temas pendientes que requiere el mismo nivel de unidad, estrategia y vigilancia que se demostró en las luchas anteriores. Los grandes proyectos anunciados para la zona traen consigo tanto oportunidades como gigantescos riesgos.
El verdadero desarrollo no se medirá por la cantidad de concreto o el tamaño de las inversiones, sino por la capacidad de la comunidad para asegurar que ese progreso se traduzca en bienestar colectivo, justicia social y sostenibilidad ambiental. La inauguración de hoy es una prueba de que es posible alcanzar metas, pero también debe ser un recordatorio de que el poder de la ciudadanía organizada es una llama que debe mantenerse viva. Las fuerzas vivas del municipio, articuladas en sus diversas plataformas, tienen la responsabilidad histórica de fiscalizar, proponer y exigir.
Por ello, es imperativo retomar con más fuerza la agenda de temas críticos. Los problemas estructurales no se resuelven con actos inaugurales aislados, sino con políticas públicas sostenidas y una ciudadanía activa que no renuncia a sus derechos. Desde el acceso al agua potable y la educación de calidad, hasta la reparación de los daños ambientales y la definición de un modelo de crecimiento urbano justo, las tareas son inmensas. La energía social que conquistó el banco y salvó la playa debe ahora canalizarse hacia estos frentes.
El futuro de Manzanillo se juega en los próximos años, y dependerá de si la comunidad logra mantener su cohesión y su capacidad de incidencia. Quedarse de brazos cruzados sería el mayor error, pues permitiría que los grandes intereses económicos y políticos definan el destino del municipio sin contrapeso alguno. La lucha, por tanto, no ha terminado; simplemente ha entrado en una nueva fase, una que es más compleja y que exige una vigilancia permanente y una organización aún más sólida y estratégica para los desafíos que se avecinan.


Deuda ambiental y social: El resarcimiento de los Consorcios Energéticos
Uno de los capítulos más urgentes en la agenda pendiente de Manzanillo es la exigencia de un justo y necesario resarcimiento por parte de los consorcios energéticos instalados en la bahía. Según la visión de desarrollo integral que promueve CEBAMDER, no es suficiente que estas empresas operen y generen energía; están moral y legalmente obligadas a compensar a la comunidad por los impactos acumulados durante años. Este resarcimiento va mucho más allá de donaciones esporádicas o programas de relaciones públicas; se trata de una reparación estructural por los pasivos ambientales y sociales generados.
El concepto de resarcimiento, tal como lo plantea la comunidad organizada, debe consistir en primer lugar en un plan de remediación ambiental verificable e independiente. Esto implica la restauración de los ecosistemas de manglares afectados, la implementación de tecnologías de punta para mitigar la contaminación del aire y del agua, y un monitoreo constante de la calidad ambiental cuyos resultados sean públicos y accesibles. La comunidad ya no se conforma con promesas; exige acciones concretas que devuelvan la salud ecológica a la Bahía de Manzanillo.
En segundo lugar, el resarcimiento debe tener un componente económico y social directo. Se propone la creación de un fondo de desarrollo comunitario, administrado de forma transparente por un fideicomiso con participación ciudadana, que financie proyectos de educación, salud, infraestructura y emprendimiento. Este fondo no sería un acto de caridad, sino una justa retribución por el uso de los recursos naturales y el territorio, permitiendo que una parte de la riqueza generada se reinvierta directamente en el bienestar de la gente.

Finalmente, el resarcimiento debe abordar el pasivo de salud pública. Las denuncias sobre el aumento de enfermedades respiratorias y de otra índole, que la comunidad asocia a la operación industrial, deben ser tomadas en serio. Por tanto, se exige la financiación de un centro de salud especializado en enfermedades ambientales y ocupacionales, así como la realización de estudios epidemiológicos independientes que determinen el alcance del daño y establezcan las bases para programas de prevención y tratamiento a largo plazo para toda la población afectada por la actividad industrial.

Sed de Justicia: Agua potable y Educación Técnica, las Promesas Rotas
La paradoja de Manzanillo es dolorosa: un municipio proyectado como un enclave de desarrollo global, pero donde sus habitantes aún luchan por derechos tan básicos como el acceso al agua potable. El Centro CEBAMDER califica la situación del suministro de agua como un grave problema de salud pública y dignidad. Es inaceptable que en pleno siglo XXI existan sectores enteros de la comunidad donde el agua solo llega a los hogares dos veces por semana, obligando a las familias a almacenar el líquido en condiciones a menudo precarias y a vivir en una constante incertidumbre. Esta deficiencia es una barrera para el desarrollo humano y una deuda social impostergable.

Paralelamente, el futuro de la juventud de Manzanillo se encuentra hipotecado por promesas rotas en el ámbito de la educación técnica. La comunidad fue testigo de cómo, tras grandes anuncios, un ingeniero "espantó la mula", en la expresión popular, abandonando el inicio de la construcción que convertiría el liceo local en un moderno politécnico. Este proyecto es vital para preparar a los jóvenes para los empleos calificados que supuestamente traerá el desarrollo portuario. Dejar a la juventud sin las herramientas para competir es condenarlos a ser espectadores o mano de obra barata en su propia tierra.

A este incumplimiento se suma la frustrante situación con el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (INFOTEP). A pesar de que el Ayuntamiento Municipal cumplió con su parte y entregó formalmente los terrenos para la instalación de un centro de formación, la institución ha violado su compromiso. La construcción de dicho centro, prometida y anunciada, sigue siendo un espejismo, una valla publicitaria que contrasta con la cruda realidad de la falta de oportunidades de capacitación para los jóvenes y adultos del municipio, que ven pasar las oportunidades sin poder acceder a ellas.
La exigencia de la comunidad, por tanto, es doble y contundente. Por un lado, una solución definitiva e integral al problema del agua potable, con la construcción de la infraestructura necesaria para un servicio continuo y de calidad. Por otro, la ejecución inmediata y sin más demoras tanto de la conversión del liceo en politécnico como de la construcción del centro de INFOTEP. Para CEBAMDER, no puede haber un desarrollo real en Manzanillo si no se garantiza primero el agua para vivir y la educación para progresar.

Un Frente Marino soñado y un Polvo que Enferma

En la agenda de desarrollo presentada al presidente Abinader figura un anhelo que transformaría la cara de Manzanillo: el proyecto "Front Park Bahía de Manzanillo". Esta iniciativa busca transformar el frente marino de la ciudad, hoy desaprovechado y en parte degradado, en un espacio público de calidad, con áreas verdes, malecones, zonas de esparcimiento y facilidades para el turismo de pequeña escala. CEBAMDER insiste en la necesidad de que el presidente asuma su compromiso y autorice la ejecución de este proyecto, que no solo elevaría la calidad de vida de los residentes, sino que también potenciaría a Manzanillo como un destino atractivo y complementario a la actividad portuaria.

Este sueño de un frente marino vibrante y saludable contrasta dramáticamente con la cruda realidad del sector Los Barracones y la amenaza que pende sobre su futuro. El Plan Maestro para el Desarrollo de Manzanillo contempla la construcción de un proyecto habitacional modelo para reubicar dignamente a las familias de este histórico pero depauperado sector. Sin embargo, la ejecución de este componente social del Plan Maestro avanza con una lentitud desesperante, manteniendo a cientos de familias en condiciones de vulnerabilidad y hacinamiento, mientras observan cómo las grandes obras de infraestructura avanzan a un ritmo mucho más acelerado.

La urgencia de un nuevo hábitat se ve agravada por una crisis de salud pública que la comunidad denuncia con creciente alarma: la descarga de Clinker a cielo abierto en las inmediaciones del puerto. Los residentes afirman, con la autoridad que les da vivirlo a diario, que este polvo fino y persistente está provocando "cáncer al por mayor y detalle" y una incidencia alarmante de enfermedades respiratorias crónicas. La nube de Clinker que se asienta sobre los hogares, los alimentos y los pulmones de la gente es una violación flagrante de su derecho a un medio ambiente sano.
La comunidad exige una acción drástica y definitiva. No se trata de oponerse al desarrollo, sino de exigir que este sea compatible con la vida y la salud. Las demandas son claras: la implementación de tecnologías de descarga y almacenamiento herméticas para el Clinker, la realización de un estudio epidemiológico independiente sobre sus efectos en la salud de la población y la aceleración del proyecto habitacional de Los Barracones. Para la gente de Manzanillo, un puerto moderno no puede construirse sobre la enfermedad de su pueblo. Es una cuestión de vida o muerte.

El Territorio en Disputa: Villa Raif, Pescadores y límites al Poder Corporativo

El crecimiento de Manzanillo es un campo de batalla donde el futuro de comunidades históricas está en juego. Un foco de alta tensión es Villa Raif, un asentamiento con décadas de historia que hoy enfrenta la amenaza de un desalojo que la comunidad califica como "puro capricho". Desde la perspectiva de CEBAMDER, no es posible implementar un plan que borre del mapa a una comunidad entera sin un diálogo genuino y sin considerar alternativas que respeten su arraigo. Villa Raif no debe ser vista como un obstáculo, sino como parte de la identidad de Manzanillo que debe ser respetada, intervenida para mejorar sus condiciones de vida y transformada en un barrio digno, no erradicado.

En este mismo territorio en disputa se encuentran las 70 familias pesqueras de Manzanillo, guardianes de una tradición ancestral y de la seguridad alimentaria local. Su modo de vida se ve cada vez más amenazado por la expansión portuaria, la contaminación y la restricción de acceso a sus áreas de pesca históricas. Un verdadero plan de desarrollo debe incluir un componente robusto y específico de apoyo para este sector, que garantice no solo su subsistencia, sino su modernización y su integración sostenible en la nueva economía de la bahía, protegiendo sus derechos y su invaluable conocimiento del ecosistema marino.

La tensión territorial se agudiza ante la necesidad de definir hacia dónde debe crecer el municipio de manera ordenada. Actualmente, el crecimiento de sectores vulnerables como Pueblo Nuevo y Alto de la Paloma se ve impedido, generando un hacinamiento peligroso y limitando las oportunidades de las familias de bajos recursos para acceder a una vivienda digna. Es imperativo que el gobierno, a través del Plan de Ordenamiento Territorial reestructurado, establezca zonas de expansión urbana claras y dotadas de servicios básicos, garantizando que el crecimiento beneficie a todos y no solo a los grandes proyectos.


Paralelamente, es urgente que el gobierno ponga límites claros y firmes a las evidentes violaciones que, según denuncias de la comunidad, cometen los consorcios energéticos. Estas violaciones no son meras abstracciones; se manifiestan en la ocupación de zonas de amortiguamiento ecológico, en la contaminación lumínica y sónica que afecta a las comunidades aledañas y en la presunta precarización de las condiciones laborales. La comunidad se pregunta hasta cuándo el Estado permitirá que el poder corporativo actúe con una aparente inmunidad, por encima de las leyes ambientales y los derechos de los ciudadanos. La fiscalización debe ser estricta y las sanciones, ejemplares.
El Potencial Ecoturístico: Una Ruta de Esperanza desde Manzanillo, pasando por Copey hasta Carbonera
Más allá de los conflictos y las luchas, Manzanillo y sus comunidades aledañas atesoran un potencial de desarrollo ecoturístico extraordinario que podría convertirse en un motor de prosperidad sostenible. El Centro CEBAMDER propone una visión que integra los activos naturales de la región en una ruta de esperanza. El primer punto clave es la Laguna Saladilla, en la comunidad de Carbonera. Este humedal de importancia internacional debe dejar de ser un recurso subutilizado para transformarse en un centro productivo a favor de la comunidad local, combinando la pesca sostenible con el desarrollo de un ecoturismo de bajo impacto que genere empleos y conciencia ambiental.
El segundo pilar de esta ruta es la comunidad de Copey, un distrito municipal con una ubicación estratégica privilegiada y un enorme potencial agrícola y ecoturístico. Copey no solo puede ser un centro para el desarrollo de proyectos agrícolas innovadores con el apoyo gubernamental, sino que posee caños internos de manglares de una belleza singular. Estos ecosistemas, hoy ocultos a los ojos del visitante, pueden ser el corazón de un proyecto de turismo de naturaleza, ofreciendo recorridos en kayak, avistamiento de aves y experiencias de inmersión en la cultura local, generando una economía alternativa y complementaria.


La visión integradora consiste en unificar estos puntos en una ruta turística coherente: Manzanillo-Copey-Laguna Saladilla. Un visitante podría disfrutar de la remozada Playa Los Coquitos en Manzanillo, luego explorar los misteriosos caños de manglares en Copey y culminar su viaje con la observación de la espectacular avifauna en Laguna Saladilla. Este corredor ecoturístico no solo diversificaría la oferta económica de la región, sino que crearía una narrativa de conservación y desarrollo que pondría en valor el patrimonio natural como el principal activo de la zona.

Para que esta visión se materialice, es fundamental el apoyo decidido del Estado, no solo en infraestructura, sino en la capacitación de guías locales, el fomento de pequeños emprendimientos turísticos (hospedajes, restaurantes, artesanía) y la promoción de esta ruta a nivel nacional e internacional. Transformar este potencial en realidad sería la demostración final de que el desarrollo de Manzanillo no tiene por qué depender exclusivamente del puerto y la energía, sino que puede florecer también desde la riqueza de su tierra, sus aguas y la hospitalidad de su gente.