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“Y SE LE ABRIERON LOS OJOS” (Lucas:24)

Cuando leemos en   el evangelio de Lucas el episodio de los discípulos de Emaus encontramos muchas realidades que nos ayudan a vivir nuestra...

Cuando leemos en  el evangelio de Lucas el episodio de los discípulos de Emaus encontramos muchas realidades que nos ayudan a vivir nuestra fe, pero voy a enfocarme en el momento en que estos después de invitarlo a pasar la noche en su casa el se sentó a su mesa y dice la palabra “Y Sucedió que cuando se puso a la mesa con ellos, tomo el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y  lo reconocieron  pero El desapareció de su lado”

Cuanta hermosura espiritual en estas palabras del evangelio.


Los discípulos después de tres años de recibir su  preparación directamente de Jesús y en la cual, este le repetía en toda ocasión que iba a ser perseguido por el poder religioso y político de su época y finalmente condenado y asesinado por el mismo, pero que al tercer día iba a resucitar, estos no entendían la veracidad de estas palabras. Los discípulos compartían con Jesús pero sus mentes estaban estancadas y atascadas en la tradición judía,  en las enseñanzas manipuladas y distorsionadas que impartían los fariseos sobre Dios, por esta razón no comprendían nada de lo que Jesús les explicaba, ellos estaban en cuerpo junto a El pero su raciocinio se encontraba anclado en la transmisión  de ideas  y prácticas religiosas enajenantes que desde niño les habían enseñado.

De ahí que cuando Jesús se le agrega a estos discípulos en su camino hacia Emaus, lo encuentra totalmente frustrados y amargados, pues todo lo que EL les enseñó  no había sido digerido en su ser interior aún. Por esta razón para Jesús poder irlos introduciendo a esta verdad incuestionable e histórica como es  su resurrección, recurre a la base indispensable para entender la verdad de Dios, las escrituras. Dice en Lucas20:27, que El desde Moisés, es decir desde el Antiguo Testamento, les explicó las escrituras para refrescarle la memoria y para que entendieran que las mismas no son sólo reglas frías que tenían que ser ciegamente obedecidas sino, que en ellas estaba impresa la  realidad eterna de Dios, que consiste, en  la presencia del Salvador en nuestra realidad humana. 

Que El era ese de quien hablaban los profetas. Con esto Jesús llevó acabo una catequesis renovada y renovadora, desintoxicada, orientada a que estos discípulos fueran asimilando de nuevo que las escrituras no fueron dadas al pueblo para que los sacerdotes y escribas la utilizaran para amedrentar y para negociar con el Imperio Romano, sino que estas tenían y tienen una razón de ser: llevar a las personas a Jesús, hacia su conocimiento y hacia su reconocimiento como único Señor y Salvador.

 La eucaristía es uno de los  sacramento instituido por Cristo, personalmente, lo dejo para que todos los creyentes se alimentaran, para de esta manera poder estar fuerte y enfrentar los ataques del maligno.

La eucaristía no es un premio el cual está separado para unos cuantos privilegiados por cumplir requisitos  eclesiásticos que no son malos, pero que no constituyen la base fundamental ni de la fe ni de la salvación. Recuerde que la base fundamental de la fe y la salvación es  la fe en Cristo y que por lo tanto si usted no pone su mirada en El sólo en EL y se arrepiente de sus pecados, la presencia espiritual de Cristo en la eucaristía siempre será una realidad, pero en tu vida espiritual no tendrá los efectos de alimentación ni de santidad que esta busca proveer a todos los que en el creen.

La eucaristía, no es un sacramento supersticioso ni cargado de magia, más bien es la presencia real- espiritual de Jesús, de forma sencilla y por amor, que se nos da para unirnos en un mismo sentir El siempre y cuando nuestras vidas estemos dispuestos y  dispuestas a escuchar su Palabra para descubrir su plan y a sumirlo con sinceridad.

En la consagración de los elementos materiales del pan y del vino, no es el sacerdote que tiene un poder  divino especial para que la presencia de Cristo sea una realidad. El poder lo tienen la mismas Palabras  de  Cristo  que nos dejó impresas en los  evangelios y que nos pide que:“ Siempre que lo coman y siempre que lo beban háganlo como memorial mío”. 

Nosotros los sacerdotes de la iglesia de Cristo sin importar a la  tradición católica  a la que pertenezcamos, no somos  más que un medio indigno, no  mediadores, sino repito medios indignos, que a pesar de nuestros  pecados y nuestras debilidades, somos por su voluntad apartados para ministrar los sacramentos por amor a su Nombre, no por ser nosotros una clase superior de ser humano.


 Debemos tomar en cuenta el efecto que debe tener la eucaristía en nuestras vidas, teniendo  como ejemplo, la experiencia de los discípulos de Emaus y la transformación de sus vidas. Pasaron,   de ser de personas atadas a enseñanzas distorsionadas que pusieron en peligro su  encuentro personal con Cristo, a personas que le reconocieron, dejando a tras  sus tradiciones judías falsas y abrazando la nueva esperanza, “la resurrección de nuestro Señor”.
  
En la eucaristía se hace presente Cristo a através de la presencia del Espíritu Santo,  por esta razón ésta no puede ser celebrada como un  simple rito y con la idea ingenua de  que con el simple hecho de participar y comulgar, nuestras vidas están en gracia, esto es un concepto muy vago y supersticioso, de este sacramento. Se hace urgente y necesario que nosotros como cristianos estemos constantemente en conversión y en reflexión, sobre el verdadero mensaje de Cristo que se encuentra en la Biblia.

Para la Iglesia Anglicana –Episcopal la Eucaristía es el centro de nuestra acción cultual. Es la celebración principal de nuestra fe.Pero no la tenemos reservadas para unos cuantos que cumplan con requisitos, que más bien espirituale,s tienen un sentido de status social. Para nosotros los anglicanos, todos estamos llamados a compartir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, si estamos bautizados en el NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO y creemos en El como el único camino de salvación.

Con lo referente a la preparación, yo pregunto como sacerdote anglicano ¿quién de nosotros está preparado para recibir por nuestros propios meritos este sacramento? Yo mismo me  responderé. Nadie. Pues todos los beneficios espirituales, incluyendo nuestra posibilidad de ser salvos, fueron ganados por el único acto, obra o sacrificio realizado por Cristo en la cruz.

Al recibir el sacramento de la eucaristía decimos “ Señor no soy digno de que entres en mi casa, es decir en mi vida de pecado, pero una palabra tuya bastará para sanarme” por lo tanto teniendo estas expresiones bíblicas como base, debemos entender que no somos dignos: ni por los años que tenemos en una iglesia, ni por el diezmo o por las ayudas que doy en la congregación, ni por haberme casado por la iglesia, ni por ser católico, ni ortodoxo, ni anglicano, sino, por gracia, la gracia que gano Jesús al derramar su Sangre por ti y por mi hace dos mil once años.

 Finalmente recordemos que  cuando los discípulos compartieron el pan con Jesús, dice la palabra ,que se le “abrieron los ojos”. la eucaristía es un medio de liberación, de concienciación, y de saber que sólo Cristo salva , de lo contrario revisa tu fe y el concepto de iglesia y de Dios que conoces.


 Padre: Manuel Estévez
  Iglesia Episcopal Espíritu Consolador
                     Dajabón