Por Daygorod Fabián Sánchez El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez Es consabido por parte de la generalidad ...
Por Daygorod Fabián Sánchez
El Autor es Educador y Comunicador Social de Villa Vásquez
Es
consabido por parte de la generalidad que la línea que divide el poder del
liderazgo no es distinguida por todos y todas, más aún cuando se enfoca el
concepto del poder desde el ángulo clientelar. De ahí que muchos afianzan sus
candidaturas si y solo sí (condicional) están en una posición que les permite
manejar un presupuesto y otorgar dádivas.
Uno
de los criterios de liderazgo mejor afianzados en la mente de muchos autores es
el siguiente: el líder es aquel que se encuentra ligado y relacionado con los
logros y las metas a cumplir bajo la subordinación de un equipo de trabajo,
lográndolo con influencia y sin intimidación, inspirando el trabajo para fines
generales. Por el contrario el que tiene poder está relacionado a la
dominación, al ejercicio de la autoridad (por el método que sea) sobre un conjunto
social determinado, procurando un nivel de obediencia muchas veces mediante la coacción.
El
líder inspira. Las decisiones que toma, por lo común, surgen bajo consenso y
afectan de forma positiva al grupo que encabeza. Se considera que el líder debe tener los siguientes
atributos: Conocimiento, Confianza e Integridad, los cuales deben servir como modelos
de conducta. Además éste deberá tener en su aval una característica elemental del líder (según Weber)
como lo es el carisma.
Ante
la ausencia de carisma es prácticamente imposible tomar una mansalva de decisiones
que sean vistas con beneplácito por el segmento social que se lidera ¡Claro! No
se puede confundir el carisma con la autoridad (o poder que se obtiene de una posición
de principalía gubernamental). Para ello veamos el siguiente ejemplo: cuando se
coloca a alguien – puede ser un completo desconocido- como Ministro de Educación, de forma automática
se genera un grupo de seguidores. Los empleados, los productores de programa de
televisión que desean publicidad otorgada por el ministro, los que buscan un nombramiento,
etc.
Sin
embargo cuando a ese mismo personaje se le despoja del puesto (y del
presupuesto millonario que maneja) entra en lo que se conoce como el síndrome de
la soledad del poder. Sus antiguos correligionarios ahora siguen al nuevo
regente de la institución y actúan casi a título de desconocimiento del antiguo
jefe.
Éste
simple ejemplo ilustra la diferencia entre el líder y el que posee poder (momentáneo).
Tanto en mi provincia natal (Montecristi) como en todo el espectro nacional se
conocen de casos de personas que automáticamente fueron sustraídas de su posición
de poder, desaparecieron del escenario público como figuras de influencia (o poderío),
precisamente porque tenían poder no liderazgo. }
Básicamente
el líder influencia en los otros, mediante destrezas - que toda persona puede
aprender y desarrollar- sin entrar en
ningún momento en amenazas o intimidación usando el poder que se tiene como
líder. Es sumamente interesante citar que para la ejecución del poder no se exige
inteligencia, destreza o valor.
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