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EL SENADOR O MORENO ARIAS?

Por: Dr. Santiago Caba La política implica una relación consigo y con los otros al mismo tiempo como juego y como experiencia. En esos térmi...

Por: Dr. Santiago Caba

La política implica una relación consigo y con los otros al mismo tiempo como juego y como experiencia. En esos términos veía desde la filosofía Michel Foucault el ejercicio de la ciencia política. Dicen que este pensador hizo filosofía a partir de su estado de locura.

Es entonces mi razonamiento para referirme, desde la tribuna de mi conciencia, a las odiosas pretensiones de grupos o personas que han dado riendas sueltas a un sin número de publicaciones por las redes sociales para minar la imagen de mi ex alumno y compañero Juan Antonio Pimentel Gómez, senador por la pujante Provincia de Montecristi, a la que me honro pertenecer. 

No conozco al senador Juan Antonio Pimentel, pero sí conozco a Moreno Arias. A pesar de que él me lleva aunque sea el riego como dicen, fui su profesor cuando estudiaba derecho en la universidad, tuve diferencias políticas con él,  y reconozco que tiene defectos como todo ser humano, pero su principal virtud es su vinculación con la gente, sus afectos, sus acciones, su afán, su solidaridad, su humildad,  su trabajo incansable por los demás y su condición de amigo franco, es su principal virtud. 

Quien quiera hablar mal de Moreno que lo haga, pero primero debería hacerse un test sobre como realizar un buen acto de justicia, porque estoy seguro que, sí se examina, o toma los estándares de la tarea de juzgar razonablemente, dando a cada quien lo que le pertenece con equidad, o se somete al escrutinio público donde se establezca la falta de legitimidad de todo su juicio arbitrario, propio de la enquina, el odio o la mediocridad de un alma perversa, o tiene que aceptar las razones de valoración positiva de nuestro senador. 

Por mí nunca ha hecho nada, ni quiero que haga nada, no le he pedido en absoluto ningún favor y espero no tener que hacerlo, no tengo qué agradecerle, ni tengo porqué adularlo, pero frente a la ignominia injusta de quienes lo ofenden injustamente, le quiero decir que cuente conmigo, que no tengo abolengo,  ni fortuna, ni quizás los méritos que otros cultivan y se banaglorian tener, pero mi voz es sincera, humilde, sana y justa.

No se detenga senador, mi senador.