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El meollo de la cuestión

  Por Néstor Estévez. Meollo es una palabra heredada del latín. En aquella lengua, medollum hacía alusión a la médula, a lo esencial, a la s...

 

Por Néstor Estévez.



Meollo es una palabra heredada del latín. En aquella lengua, medollum hacía alusión a la médula, a lo esencial, a la sustancia principal de algo. Y con ese mismo sentido la mantenemos en la actualidad, aunque su uso no sea tan frecuente.


Dos expresiones muy difundidas en estos días, una atribuida al presidente Abinader y otra, al expresidente Medina, sirven como “pie de amigo” para ir al meollo de la cuestión.


Luego de exponer sobre acciones para transformar la policía dominicana, y ante una pregunta periodística sobre el caso de algún agente que cometa acciones indebidas y sea excluido de la institución, el presidente respondió: “En caso que fuese así, que hubiese un caso de esa naturaleza, es mejor tenerlo afuera, que tenerlo adentro. Malo es tenerlo adentro. Lo que hay es que, si se determina algo, ir y darle el seguimiento que tenemos que hacerle, pero si lo tenemos adentro es el problema”.


Es evidente que el presidente se refirió a que es preferible que un agente de la Policía no capacitado o con actuaciones inapropiadas, esté fuera de la institución para reducir su posibilidad de causar daño. También expresó que, en ese caso, se le daría el seguimiento que la situación amerite. Pero el morbo generalizado provocó que se difundiera de manera muy profusa solo un segmento, sin contexto, de lo dicho por el presidente. 


De otro lado, en el marco de una actividad político partidista, en sus funciones como presidente del Partido de la Liberación Dominicana, el expresidente Medina dijo: "La historia comienza de nuevo a girar, mucha gente creyó que el PLD estaba muerto. No estaba muerto, estaba de parranda. Mucha gente que se lo creyó, mucha gente entendió que ya no tenían que preocuparse por nosotros, y se lo creyeron y despertaron hace aproximadamente 15 días cuando sintieron que en toda la República Dominicana se celebraba un proceso de la Asociación Dominicana de Profesores, y se dieron cuenta de que el PLD estaba ahí vivito y coleando".


Como parte de los entrenamientos en oratoria, se suele recomendar, entre otros aspectos, temas como tener bien claro y definido el mensaje central de lo que se quiere hacer saber. Otras recomendaciones están orientadas a conocer muy bien al público objetivo, lo que ayuda a procurar cercanía y naturalidad al momento de avanzar de cara al propósito definido. También hay orientaciones sobre la manera de iniciar, algunas técnicas para mantener el ánimo en el público y una que otra clave para terminar el discurso.


De sobra sabemos que ambas personalidades cuentan con experiencia, por un lado, y asesoría, por el otro, para que sus acciones comunicacionales estén lo suficientemente bien orientadas hacia el logro de los propósitos. Quizás, como modestas observaciones, sería válido recordar la importancia de lo que algunos especialistas llaman enmarcado del mensaje, en alusión a “hablar como si estuviésemos dictando un titular a los periodistas”. Y otra recomendación puede ser sobre el cuidado al usar las famosas “frases hechas”.


Pero mucho más relevante que esas tímidas recomendaciones resulta extraer ciertas lecciones sobre lo que reflejan los dos casos citados, principalmente en el marco del momento que vive la comunicación.


Ya se ha dicho, pero mucha gente lo pasa por alto: “un texto sin contexto, como mucho, debe considerarse pretexto”. Sencillamente, comunicar es compartir referentes. Y los referentes se convierten en nada cuando no tienen (o por alguna razón pierden) el contexto.


Es muy vieja la expresión (al menos en el ámbito periodístico) de “si noticia es que un perro muerda a un hombre o que un hombre muerda a un perro”, en alusión al ingrediente de lo raro, de lo que llama la atención, para que un hecho se considere noticioso. Sin embargo, ¿hasta dónde se justifica que quitemos el contexto con el propósito de llamar la atención?


Conectar con el público es fundamental para lograr propósitos con ayuda de la comunicación. ¡Pero cuidado! Hay buena parte del público que sí mantiene y cultiva esa capacidad para discernir, analizar y tomar decisiones.


En suma, por más infoxicación y pérdida de la perspectiva que caractericen esta etapa de la humanidad, quienes incidimos y usamos herramientas comunicacionales todavía tenemos oportunidad para recordar y demostrar que la comunicación nos mantiene humanos y sirve como soporte de la sociedad.