VISTO EN DEMAOSOY.COM Los cabellos encanecen. La piel cambia y la sonrisa parece menos ingenua. Hace ya 16 años de la primera vez que ...
Los
cabellos encanecen. La piel cambia y la sonrisa parece menos ingenua.
Hace ya 16 años de la primera vez que Leonel Fernández Reyna se cruzó en
el pecho la banda presidencial. Entonces, era un joven hombre de 42
años, divorciado, delgado, vital –un enorme contraste con el saliente
anciano Joaquín Balaguer. Tres
veces ha ocupado ya la primera magistratura y con la experiencia han
llegado también las canas, las libras de más, pero también una compañera
de vida –que desde el 16 de agosto dejará de ser primera dama para ser
vicepresidenta—, una pequeña hija, Yolanda América, que vino a aumentar
su prole compuesta por Nicole y Omar Leonel.

Una vida adulta ligada al poder
La primera magistratura le ha
visto madurar. De un joven abogado y profesor universitario se ha
convertido en un veterano gobernante con una decena de doctorados
Honoris Causa, miles de kilómetros recorridos en viajes gubernamentales y
gran influencia en el escenario político local e internacional.
Se
van con él su eterno bigote –unos días más canoso, otros más negro— su
formalidad inmutable, su seseo, sus discursos de modernidad y su
vocación de poder, que será reconocida este lunes por su partido,
orgulloso de sus cinco victorias electorales.
SIEMPRE FORMAL
Siempre de saco y corbata
SOBRIO AL VESTIR
Salvo
en escasas ocasiones en las que usa chaqueta informal o una camisa de
mangas largas, el presidente Leonel Fernández mantiene la formalidad y
lleva bajo sol, lluvia, día o noche siempre traje y corbata.
Nunca se le ha visto en mangas cortas.
NIEVE EN SU CABEZA
El paso de los años
CAMBIOS EN SU FISONOMÍA
El
negrísimo cabello con el que entró a la presidencia ha ido también
cambiando hacia el gris. Lo mismo ha pasado con su bigote. Es de notar
que en ocasiones lo vemos con tonos más oscuros que otras. Los 16 años
que han transcurrido desde su primera presidencia se reflejan ahí.